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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las propuestas de Herri Batasuna

LAS PROPUESTAS de algunos conocidos dirigentes de Herri Batasuna -coalición electoral vinculada ideológica y estratégicamente a ETA Militar- en favor de una negociación entre el Gobierno y la organización terrorista tienen una lectura puramente literal, pero también ofrecen materia para una interpretación sintomática. Resulta lógico que el presidente del Gobierno y el ministro del Interior hayan rechazado con energía y sin matices esa arrogante sugerencia en el reciente Pleno del Congreso. Como ha dicho Rosón, la vida, la libertad y la dignidad colectiva no pueden ser "objeto de tráfico" entre un minoritario grupo ilegal y un Gobierno democrático.Ahora bien, esas declaraciones dan pie para suponer que algo -y algo muy importante- está cambiando en las concepciones, esperanzas y proyectos del nacionalismo radical. Coincidiendo en algunos extremos con un comunicado anterior de ETA Militar, las palabras de los dirigentes de Herri Batasuna dejan traslucir que el abertzalismo intransigente y violento comienza finalmente a percatarse de que sus análisis políticos y sus propuestas programáticas divergen cada vez más de la realidad del País Vasco y del resto de España.

En numerosas ocasiones hemos señalado que la relación entre las soluciones políticas y las medidas policiales en el País Vasco es de complementariedad y no de contraposición. A nadie debería extrañar, sin embargo, que el debilitamiento de los respaldos sociales a ETA, fruto de las soluciones políticas hasta ahora aplicadas, no vaya acompañado de un éxito paralelo en el terreno del orden público, pese al notable incremento de la eficacia de los servicios policiales desde que Rosón ocupa la cartera de Interior. Como el propio Gobierno ha reconocido en el Pleno del Congreso -huyendo de ese nefasto triunfalismo que tanto daño hizo en otras ocasiones a la moral ciudadana-, ETA Militar conserva su capacidad de fuego, y sigue estando en condiciones de asestar duros y sangrientos golpes a la convivencia pacífica y a las instituciones democráticas de nuestro país.

Ahora bien, que la capacidad de fuego de ETA siga siendo una obsesiva amenaza en el inmediato futuro no es, en modo alguno, contradictorio con la afirmación de que el desarrollo institucional de la Monarquía parlamentaria durante estos años, incluida la puesta en funcionamiento del Estatuto de Guernica, ha conducido al nacionalismo radical a un callejón sin salida política.

De ahí la autocrítica, explícita o implícita, que las últimas declaraciones de los dirigentes de Herri Batasuna dejan traslucir, pese a sus esfuerzos por ignorar la vigencia de las soluciones políticas, por descalificar a las fuerzas democráticas vascas y a las instituciones de autogobierno y por plantear unos términos de negociación entre ETA Militar y el Gobierno tan irreales como imprudentes. El vira e, sin embargo, llega demasiado tarde. El abandono -o el aplazamiento indefinido- de las reivindicaciones de independentismo y socialismo (entendido éste como el socialismo real de los países del Este) y la presentación en primer plano de los objetivos de autonomía y democracia no hacen sino plantear como programa de futuro lo que ya es una realidad en marcha. La alusión a la mediación de las Naciones Unidas como solución alternativa a la negociación entre el Gobierno de Madrid y ETA Militar es una ingenuidad o una necedad que no merece mayor comentario.

Igual sucede con la pretensión de acotar, dentro de esa propuesta ya en sí misma irreal de negociación del Gobierno con ETA Militar, tres temas considerados como innegociables. Resultaría así que el derecho de autodeterminación, la incorporación forzosa de Navarra a la comunidad autónoma del País Vasco y la amnistía serían puntos que el Gobierno español tendría que conceder sin rechistar a sus encapuchados interlocutores.

El resto de sus sugerencias, como la reforma de la Constitución a golpe de metralleta, el desmantelamiento de las actuales instituciones de autogobierno por otras hegemonizadas por el nacionalismo radical, la incorporación de Navarra a Euskadi sin preguntárselo a los navarros, la amnistía para terroristas en activo y la negociación de poder a poder entre ETA y el Gobierno, son tan descabelladas como inviables. Sin embargo, algo se mueve en el complicado y secreto mundo del nacionalismo radical y violento. Porque, aunque ETA Militar mantenga durante tiempo su capacidad de fuego, a la larga el aislamiento político y el rechazo social no le dejarán más que dos caminos: propiciar un. ensayo general del juicio final en España o buscar las vías para su rendición.

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