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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Hija no deseada

Ahora que parecen haberse acallado por un tiempo las voces en pro y en contra del aborto quisiera, señor director, publicara esta opinión, que puede dar que pensar a muchos de esos que luchan enconadamente contra su legalización. Yo no lo apruebo, pero no lo condeno. Esto es algo que ha de quedar a la conciencia de los derechos del hombre para cada uno. Ni un juez ni millones de jueces pueden erigirse en tales de una acción de esta índole, porque en el corazón humano sólo puede penetrar Dios, y éste es quien en su día juzgará el qué y el porqué de una determinación tan grave.Soy una madre de familia de 52 años, tengo hijos casados y soy feliz con mi familia; pero con mi familia, con la que he creado con mi marido, he sido y soy feliz, a pesar de una vida difícil, porque hemos sido muy probados y lo hemos pasado muy mal. Y esta felicidad es tan grande como desgraciada, no ya sólo de niña, sino que lo sigo siendo ahora. Yo fui hija no deseada, y lo que yo he sufrido con la incomprensión de mis santos padres -a quienes el mundo tiene en un pedestal-, lo que yo he llorado, las humillaciones a las que he sido sometida, el desamor en que he vivido, aunque rodeada de esplendidez y hasta de lujo; las noches de mi llanto en silencio sin padre ni madre, ¡esto es para vivirlo! Mucho mejor me hubiera sido que me hubieran evitado el nacer, porque además el poder terrenal de ellos me ha cerrado muchas puertas que en otro caso hubieran aliviado mis males materiales y morales. Precisamente el ser hija de tan buenos señores me hacía incrédula para el resto del mundo.. . y, por no sufrir más humillaciones, me refugié en una alegría que ha sido la envidia. del mundo entero.

Pero ocurrió que hace unos quince años un matrimonio mayor que habían vivido mi niñez -tenían una tienda cerca de mi casa y yo iba a pasar grandes ratos con ellos- determinaron dejarme un bien inmueble. Primero me lo dijo el señor cuando agonizaba casi; luego, al morir éste, su viuda decidió arreglar las cosas para cumplir la voluntad de su esposo. Pero estaba mi poderoso padre de por medio, que se las arregló para poner a su nombre aquel bien. Se lo he pedido repetidas veces, se lo he pedido empleando todos los argumentos; él nada necesita para vivir, y yo sí; porque nosotros vivimos de un muy modesto sueldo -por el que damos gracias a Dios- y porque mis hijos podrían vivir mejor con algún dinero más. He escrito a mi madre diciéndole que el día 12 iniciaba una huelga de hambre para conseguir la restitución de lo que me quitaron. ¡Ni caso! Yo nací marcada... Debí ser tan poco deseada que nací lisiada. Esto debió aumentar el rechazo de los dos. Lo he sobrellevado con alegría, con paciencia, y hasta he querido querer a mi padre, pero ahora lo único que siento es haber nacido de tales padres... Por esto, y por tantas cosas que no caben aquí ni ahora, hago un llamamiento a los legisladores para que des

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