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El viaje de Mitterrand a Israel

(...) El resultado de este viaje amenaza, en el mejor de los casos, con crear desilusiones, y, en el peor, con ser negativo.Las perspectivas de que François Mitterrand logre ablandar a Menájem Beguin son muy débiles. En una espiral de ofrecimientos, Francia puede ver disminuida su influencia. No tiene nada que ofrecer. Mitterrand no es Sadat. Ni tampoco puede desempeñar el papel de mediador, que le corresponde a Estados Unidos. El recuerdo de su viaje se disolverá como la niebla que invade Jerusalén las mañanas de otoño.(...)

, 4 de marzo

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