Marruecos teme que Mauritania se convierta en una importante base logística para el Polisario
El presidente mauritano, Uld Jaidala, declaró el miércoles pasado que para Mauritania la admisión de la RASD en la OUA es una victoria de toda Africa frente a la intransigencia marroquí. Esta actitud preocupa hondamente a Rabat por temer que dicho país se convierta en una importante base logística para el Polisario de cara a una escalada de la guerra en el Sahara. Por su parte, el jefe de Estado senegalés, Abdu Diuf, afirmó ante el Parlamento de su país que para Senegal la admisión de la RASD en la organización panafricana es "nula y no conforme a derecho".
Con la postura adoptada por estos dos países sobre la controvertida admisión de la RASD, y al margen de la polarización de simpatías que continúa por toda Africa, todos los Estados fronterizos con el Sahara, Argelia, Malí y Mauritania, y los casi fronterizos como Libia y Senegal, que son los que de una forma o de otra pueden influir sobre el futuro de la confrontación, han emitido ya su opinión.La adhesión abierta de Mauritania a la causa de la RASI) causa gran preocupación a los marroquíes. Para éstos, si Libia es el soporte financiero del esfuerzo bélico y armamentístico del Polisario, el puerto mauritano de Nuadhibu y el ferrocarril de Zuerat, que partiendo de dicho puerto bordea toda la frontera sur y este del Sahara, hasta el centro minero de Zuerat, son de capital importancia para la logística del Polisario en una eventual escalada militar del conflicto, como parece esperar Rabat.
De todos los países antes citados que pueden tener influencia en el curso de la guerra, sólo Senegal ha adoptado una postura más moderada. La posición del anterior presidente, Leopoldo Senghor, era que si se pedía la independencia del Sahara él solicitaría la independencia de los negros -el Sur- de Mauritania. No es probable que el presidente Diuf suscriba este planteamiento, pero tampoco se puede descartar que las difíciles relaciones entre beidans (blancos) y negros de Mauritania no empeoren como consecuencia de esta actitud.
En cualquier caso, hoy más que nunca, el conflicto del Sahara se asemeja a una formidable partida de póquer en la que cada cual farolea ocultando su verdadero juego. Es por lo menos incongruente y paradójico que la admisión de la RASD en la OUA sea considerada por los defensores de ésta como un éxito cuando, en primer lugar, ofrece a Marruecos un argumento formidable para inhibirse de la recomendación de aplicar el referéndum, y, en segundo lugar, pone en verdadero peligro de estallido a la OUA, como querían los moderados africanos apoyados por algunos países occidentales, en vísperas de la cumbre que ha de celebrarse en Trípoli. Es indudable que también resulta incongruente que Marruecos hubiese considerado un éxito las pasadas recomendaciones del comité de aplicación del referéndum de principios de febrero, pues si bien no exigían la negociación directa entre marroquíes y polisario, contenían por lo menos un 80% de cláusulas que a la larga Marruecos no podría aceptar.
Aunque afirmar, como hacen algunos círculos marroquíes, que la URSS podría incluso llegar a reconocer ahora a la RASD parece aventurado, no es ninguna insensatez pretender que desde hace por lo menos medio año el conflicto escapa un poco a sus principales protagonistas y adquirió una nueva dimensión internacional.
Esa dimensión se manifiesta por el momento concretamente en la aparición de armamento de tecnología avanzada como los Sam 6 y los tanques T-55 del lado del Polisario. Desde el punto de vista militar, la multiplicación de las rampas de Sam 6 en manos del Polisario equivaldría a que éste pueda obligar a la aviación marroquí a permanecer en tierra o ser derribada. La pérdida del control del aire, la única verdadera supremacía militar de los marroquíes, sería sin duda intolerable e inaceptable para Marruecos.
La ayuda militar prometida por Estados Unidos a Marruecos está destinada a contrarrestar esa escalada militar que representan los Sam 6 y los T-55. Por el momento, sin embargo, esa cooperación norteamericana todavía no se ha manifestado, aunque bien es verdad que el conflicto ha entrado ahora en una de sus cíclicas fases políticas.
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