El Banco de España estudia la desaparición de los bonos del Tesoro tras la apertura al público de la deuda a corto plazo
El Banco de España trabaja en estos momentos, tras la decisión de abrir al público la deuda a corto del Tesoro, en una reordenación de todo el sistema de bonos, pagarés y certificados de depósito que puede implicar la desaparición de algunos de estos instrumentos. Hacienda, entre tanto, no acaba de concretar los distintos aspectos de las nuevas subastas de deuda a corto entre el público y la apertura de este importante mercado (120.000 millones de pesetas presupuestados para 1982, más 30.000 millones de emisiones de 1981 pendientes de renegociar) vuelve a quedar aplazada sine die.La fecha del 27 de febrero, anunciada como probable para la primera subasta de deuda a corto entre el público, ha pasado sin que la Administración haya concretado las condiciones técnicas de estas nuevas emisiones.
La nueva demora, que sucede a varios meses de negociaciones infructuosas entre el Gobierno y los grandes bancos para el posible aseguramiento de la deuda a corto por éstos, es interpretada en medios financieros como "una muestra más de la imprevisión de las autoridades monetarias. Estaban convencidos de que las emisiones iban a salir aseguradas y ahora -deprisa y corriendo- tienen que diseñar las condiciones de apertura al público y sopesar cuidadosamente sus consecuencias".
Dar coherencia al sistema
Ajustada o no a la realidad esta interpretación, lo cierto es que el Banco de España estudia en estos momentos, tras la decisión a abrir al público el mercado restringido de la deuda a corto plazo, una completa reordenación de los pagarés, bonos y certificados de depósitos "que den homogeneidad y coherencia al conjunto".Así, entre otras alternativas, se está barajando la supresión total o parcial de los bonos del Tesoro tal y como se entienden hoy, y la fijación por el mercado -mediante subasta- de sus tipos de interés.Medios próximos al banco emisor sostienen que no va a haber una gran diferencia entre el establecimiento actual de los tipos de interés de los bonos del Tesoro y la posible fijación de los mismos por el mercado.
En definitiva, según estos medios, en un caso y en otro, de lo que se trata es de colocar estos bonos y para ello tienen que estar a un tipo de interés lo suficientemente atractivo.
Ahora se revisan estos tipo de interés con mucha frecuencia, por lo que indirectamente se ajustan ya al mercado. Para esta fuente lo único que cambiará, de llevarse adelante la reordenación, es el procedimiento técnico de fijación de esos tipos de interés.
Estos nuevos instrumentos para drenar liquidez del sistema, a juicio de expertos financieros, podrían ser positivos para el sector privado si el Banco de España continúa su política de incrementar sustancialmente las disponiblidades líquidas.
"En este supuestos bajarían los tipos de interés de los bonos, o como quiera que se les denomine, lo que provocaría menores alicientes para la captación de pasivos (disminuiría este tipo de interés) y también incidiría a la baja sobrelos tipos del activo en cuanto a modalidad de recursos".
Las citadas fuentes, no obstante, desconfían que el Banco de España pueda continuar, a la vista de la evolución de las tasas de inflación, con su política de incrementar las disponibilidades líquidas.
La inflación interna en enero, siguiendo la tónica de los últimos meses de 1981, ha vuelto a duplicar la inflación media exterior. "En cualquier momento el Banco de España puede decir basta y pasar a restringir las disponibilidades. En este caso volverán a incrementarse los tipos de interés para pasivos y activos".
Dudas de Rafael Termes
Estas tesis concuerdan con las expresadas por el presidente de la Asociación Española de Banca Privada (AEB), Rafael Termes, en una reciente conferencia pronunciada con ocasión del centenario del Banco de Sabadell. En aquella conferencia Terrries sostuvo que "si se parte del supuesto de que el Gobierno, por sus reiteradas declaraciones, está comprometido a asegurar un crecimiento real de la financiación al sector privado de al menos tres puntos por encima de la inflación, que en términos del índice del coste de la vida podría ser del 12% al 12,5%, entonces la financiación al sector privado debería crecer al 15,5% en 1982. Esto absorbería 2.094.000 millones de pesetas, sobre un total de recursos de financiación estimados para el sector público y el privado de 2.400.000 millones de pesetas".Es decir, según el presidente de AEB, "quedarían solo unos 300.000 millones de pesetas para financiar el déficit del sector público, cantidad que no llega siquiera a cubrir las necesidades de crédito de este sector planteadas en el Presupuesto inicial para el año actual. Por lo tanto, una primera conclusión que se puede sacar de estas cifras es que, o no se puede cumplir la promesa de que la financiación al sector privado aumente un 3%, en términos reales, o no se puede ejecutar el Presupuesto de las Administraciones Públicas, o habrá que abandonar el objetivo de reducir la inflación".
Los últimos datos filtrados por Hacienda, con respecto a las emisiones a corto plazo, perfilan en principio una salida en títulos de cinco millones de pesetas, a un plazo de un año y tipo de interés de mercado. No obstante, la orden ministerial que está ultimándose en estos momentos, permite la posibilidad de vender títulos de un millón de pesetas en el mercado secundario.
El sistema de subasta será similar al inaugurado el 14 de octubre pasado, en mercado restringido entonces a clientes institucionales, para los 30.000 millones de pagarés del Tesoro (deuda a corto plazo) emitidos en 1981. Las ofertas se harán en sobre cerrado, con un día de antelación sobre la fecha de la subasta.
El tipo de interés -el del mercado- al que saldrán los títulos de la deuda a corto será descontado del nominal. Es decir, el comprador aplicará el tanto por ciento del interés al nominal del título adquirido, la deducirá del mismo y pagará por él la cantidad resultante. En cuanto a fechas, últimamente se barajan las de mediados de marzo para la primera subasta.
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