La Junta salvadoreña ve el plan de Reagan para Centroamérica como la solución a todos los problemas del país
Más allá de la guerra y de las elecciones convocadas para el 28 de marzo, la vida oficial salvadoreña discurrió el miércoles en torno al discurso que pronunció el presidente norteamericano, Ronald Reagan, ante la Organización de Estados Americanos (OEA). La Asociación de Empresarios (Anep) corrió con los gastos de su transmisión en directo, vía satélite, y la televisión repitió el discurso por la noche, a la hora de mayor audiencia.
Inmediatamente después, el presidente de la Junta, José Napoleón Duarte, se dirigió por televisión al país para comentar lo que consideraba puntos más significativos del discurso.Su presencia ante las cámaras la justificó como una costumbre "cuando se trata de asuntos importantes para el país". Hacía varias semanas que Duarte no comparecía en público, ni siquiera para recibir a delegaciones extranjeras, labor esta que había sido asumida por el ministro de Defensa, general José Guillermo García.
Sólo el discurso de Reagan sacó a Duarte de su aparente aislamiento. En un tono que parecería irreal en una nación que vive en guerra, el presidente Duarte dijo que comparte con Reagan los ideales de democracia, autodeterminación, desarrollo económico y seguridad colectiva. Se identifica con el presidente de EE UU en su visión acerca de los problemas sociales, políticos y económicos que afronta Centroamérica. "Coincidimos en el enfoque sobre la realidad salvadoreña y agradecemos el apoyo a la comunidad democrática centroamericana".
Contra los nuevos colonialismos
El plan de ayuda presentado por Reagan sería así la solución de todos los males de este país desde el punto de vista de Duarte. Habrá un nuevo desarrollo económico, más inversiones, oferta de trabajo y mejoras sociales que garantizarán el éxito del actual proyecto político. El titular de la Junta agradeció a Reagan su discurso por la libertad y en contra de nuevos colonialismos."El pueblo salvadoreño", finalizó Duarte, "está dispuesto a defender su libertad hasta las últimas consecuencias, para evitar que se levanten nuevas Cubas sobre los escombros de los conflictos actuales. Esa es la gran decisión que tomaremos el 28 de marzo, cuando en las urnas diremos no a la violencia, no al terrorismo, no al totalitarismo".
Sin una sola alusión directa a la guerra, Duarte despachó a sus conciudadanos a la cama con el sueño de una nueva prosperidad que cabalga, como siempre, desde el Norte. El despertar ayer fue sin duda más duro, con sus noticias de muertos y de nuevas batallas a sólo cuarenta kilórnetros de San Salvador.
El mensaje de Reagan sobre el Caribe ha suscitado optimismo en Panamá y Costa Rica, indiferencia en Guatemala e irritación en Cuba. La primera evaluación del mensaje presidencial hecha ayer por la Casa Blanca consideraba que "la mayoría de los países latinoamericanos" se han mostrado favorables al plan de la CasaBlanca.
El sábado y el domingo, los dirigentes centroamericanos, a excepción del guatemalteco Romeo Lucas, se reúnen en Costa Rica para analizar la propuesta del presidente centroamericano.
El presidente de Panamá, Arístides Royo, dijo ayer que la propuesta de Reagan para el Caribe contiene elementos muy positivos, porque ha sabido captar que la violencia está generada por la pobreza en muchos países de Centroamérica.
El jefe del Estado costarricense, Rodrigo Carazo, se ha mostrado también satisfecho con el plan norteamericano. El Gobierno de Guatemala ha sido menos entusiasta. Un portavoz se ha limitado a decir que se ven "favorablemente" y a desear su realización.
Cuba considera que Reagan "ha aprovechado la ocasión para lanzar un ataque violento contra los países progresistas de la región".
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