Los murcianos se sienten burlados
Frente a la tópica imagen de una región murciana rica y feliz, el presidente de la futura comunidad autónoma expone sus problemas y algunos ejemplos de marginación por los poderes públicos. Uno es la ridícula ayuda concedida al paro agrícola, y otros, el abandono del proyecto de autopista que enlazaría con Alicante y el sucesivo aplazamiento del prometido centro regional de Televisión Española.
No es éste un desahogo ni un simple ejercicio político de oposición al Gobierno. Se trata de algo más profundo. De la constatación de un hecho cierto: la región de Murcia ha sido y es olvidada y marginada por los poderes públicos. Antes y ahora, con unos y otros. No digo que no tengamos nuestra parte de culpa, porque tal vez no hayamos sabido vender nuestra realidad pasada. Solamente afirmo que a la región de Murcia no se la tiene tan en cuenta como a algunas otras regiones y nacionalidades que conforman la unidad de España, lo cual, para decirlo sin ambages, me parece injusto y peligroso incluso.Peligroso si consideramos que la paciencia de un pueblo -casi un millón de habitantes- tiene unos límites razonables. Injusto por lo que se refiere a los principios que inspiran nuestra Constitución de 1978.
Como presidente de la futura comunidad autónoma de la región de Murcia -el Estatuto será aprobado y promulgado, es de suponer, hacia la primavera que viene- denunciando sin más circunloquios tres puntos concretos que atañen a la acción de la Administración central, y por los que los murcianos nos sentimos burlados: ayuda gubernamental al paro directamente procedente de la agricultura; tramo de autopista Alicante-Murcia, y puesta en marcha del centro regional de Televisión Española.
Inaceptable es que, en el reparto de aproximadamente 20.000 millones de pesetas para el total nacional con destino al desempleo agrario, a Murcia le haya correspondido hasta el momento la irrisoria cantidad de seis millones y medio de pesetas, cuando determinadas provincias han recibido bastante, mucho más. Inaceptable, injusto y discriminatorio. Las Cámaras Agrarias de Murcia contabilizan en estos instantes 9.569 trabajadores del campo y de la huerta que estarán cruzados de brazos todavía unos meses más. La cifra, de otro lado, no es real, ya que un crecido número de asalariados ha desistido de engrosar esa cifra francamente alucinante de desocupados. Hay casos comprobables de hambre física en las bolsas de pobreza que existen en la región, sobre todo en aquellas comarcas, como la del Noroeste, que atraviesan, secularmente, durísimas condiciones de vida.
De Murcia se maneja un cliché gastado, manido y falso en su integridad de región feliz y contenta. Aquí parece como si todo fuese de color de rosa. Ya consiguieron el trasvase Tajo-Segura, argumentarán algunos. La huerta, el regadío, es rico y feraz, alegarán los de más allá, y, sin embargo, habría que responderles que miles y miles de hectáreas están sin regar, que la huerta es apenas un 10% a un 12% de la superficie cultivada, que hemos padecido una sequía extrema y que la lluvia caída últimamente no es, ni con mucho, y por desgracia para nosotros, la registrada en las zonas más azotadas del país.
El Consejo Regional que presido carece de presupuestos y de competencias de habernos propuesto remediar la situación de paro agrícola denunciado. Aun así y todo, en el terminado ejercicio se han desembolsado, conjuntamente con la Diputación, dieciséis millones de pesetas, que han ido a resolver cuestiones prioritarias y humanitarias.
Ni hacen ni dejan hacer
El tramo de autopista Alicante-Murcia es una necesidad imperiosa reconocida por todos los ministros de Obras Públicas, entre ellos el actual presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo. Y el caso es que este Gobierno ni hace el tramo ni nos lo deja hacer. Tampoco acondiciona debidamente la carretera nacional que une las dos capitales, uno de los trayectos viarios más saturados de España, con densidades de tráfico medias que se van acercando a los 20.000 vehículos por día.
Si el Gobierno no decide acometer la gran obra de enlazar Murcia con una Europa competitiva, que compra productos perecederos cuando éstos llegan a los mercados a tiempo, que nos deje emprender la empresa. Ayuntamientos, Diputación, Consejo Regional y cajas de ahorro de la región han brindado un 50% del dinero necesario para constituir la sociedad concesionaria encargada de la construcción, explotación y mantenimiento del tramo mencionado. Pero esta sociedad, prevista en régimen mixto con el Estado, que se reservaba, en lo que estábamos de acuerdo todos, la mayoría del capital social, no sufre mas que demoras y silencios por parte del pregonado socio mayoritario.
El ministro de Obras Públicas y Urbanismo afirmó que vendría á Murcia antes del 15 de diciembre, y no ha venido. Se publicó en las páginas del Boletín Oficial del Estado un decreto por el que se creaba la sociedad mixta, y no se ha creado. La virtud de la paciencia, la capacidad de diálogo y el afán de colaboración no nos faltan precisamente a los representantes de las instituciones regionales murcianas.
También resulta lamentable considerar lo que ocurre con el convenio suscrito por Diputación, Ayuntamiento de Murcia y Radiotelevisión Española (durante el mandato del señor Arias-Salgado), en julio de 1979. Sobre el papel se decía, así quedó firmado, que se mejoraría la audiencia regional por los dos canales y que se llevaría a cabo un auténtico centro regional, no unos estudios sin medios apenas y unos informativos progubernamentales.
Diputación y Ayuntamiento se obligaban a determinadas inversiones y ayudas a fondo perdido, como el enlace emisor de la sierra de Carrascoy, virtualmente acabado en lo concerniente a instalaciones inmobiliarias y carretera de acceso. Televisión Española nos echó un jarro de agua fría al anunciar que sus presupuestos se hallan congelados hasta 1985, e insinúa que nuestro centro regional no podrá entrar en funcionamiento mientras no se den circunstancias favorables. Las entidades regionales que fueron signatarias del convenio es probable que se piensen si merece la pena entregar las obras de Carrascoy si persiste esta actitud que claramente incumple un compromiso formal, para no mencionar al director general del Ente Público, que todavía no ha respondido a la carta que le escribí a principios de año subrayándole la transgresión unilateral de lo convenido. No nos obliguen a montar nuestro propio centro regional, como otras comunidades autónomas.
¿Qué hacer? Estamos convencidos de que el Gobierno hará honor a la palabra de sus dignos representantes y a las rúbricas que figuran en los documentos correspondientes.
Esto pensamos quienes, por los votos, desempeñamos cargos de responsabilidad en una región que no recaba privilegios, sino que pide, justicia distributiva y solidaridad.
es presidente del Consejo Regional de Murcia.
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