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El proceso por la rebelión militar del 23 de febrero

Notable descenso de espectadores en el exterior del recinto militar

La sesión de la vista oral que se sigue por la causa de la intentona golpista del pasado 23 de febrero se reanudó alrededor de las 10 horas de ayer en las instalaciones del Servicio Geográfico del Ejército, en cuyas inmediaciones, la cas¡ total ausencia de público fue la nota característica.Solamente una docena de periodistas, la mayoría gráficos, siguieron el desfile de asistentes al juicio, mientras se mantenía, al igual que el día anterior, el amplio dispositivo de seguridad, montado tanto en el exterior como en el interior del recinto militar. Aunque la audiencia es pública, únicamente hubo espacio para que seis personas, sin acreditaciones oficiales, pudieran asistir a la sesión.

Dos jóvenes, de estas seis personas que asistieron al juicio, pasaron toda la noche en el interior de su vehículo junto a las inmediaciones de las instalaciones militares, al enterarse el viernes por la radio de que había algunas plazas para el público. De todas formas, su esfuerzo fue excesivo ya que a las 8 de la mañana sólo un obrero en paro y dos mujeres hacían cola para poder aistir a la vista. Al final, este obrero se quedó sin entrar al interior del recinto por ceder, amablemente, su lugar a la mujer de otro de los entusiastas que, junto con él, esperaba el comienzo del juicio.

Las primeras personas que entraron en la sala, como es habitual, fueron los miembros del Consejo Supremo de Justicia Militar, seguidos de los procesados y sus abogados defensores, hasta ocupar todos estos los puestos situados delante de la manpara de cristal blindado.

Varios miembros del público explicaron ayer que una joven embarazada que se encontraba entre ellos y pretendía entrar a la sesión, puso reparos a los miembros de la Guardia Civil encargados del funcionamiento del arco detector de metales, debido a su temor de que pudiera afectarla. Estos accedieron a su petición y la mujer se prestó a ser registrada con un detector manual por una matrona de la Guardia Civil.

A pesar de que el número de curiosos y periodistas que a, er se desplazó hasta los exteriores del recinto militar fue considerablemente menor que el día anterior, los vecinos de la colonia que está situada tras las instalaciones están sorprendidos por este contínuo ir y venir de personas y vehículos en una zona tan alejada del centro de Madrid donde es raro encontrarse una cara desconocida. Es como observar a los turistas.

El objetivo de la jornada de ayer fue localizar a la mujer del teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, a quien los profesionales de la cámara y los periodistas no identificaron hasta las dos de la tarde.

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Anecdótico fue que una mujer de avanzada edad, que se cubría la mitad de su rostro con un pañuelo, fue confundida, en un principio, con algún familiar de los procesados que prefería pasar inadvertida ante los fotógrafos. Pero cuál fue la sorpresa al observar que, tras conversar ésta con el oficial de guardia de la Policía Militar que se encuentra en la puerta de entrada, la mujer comenzó a decir en voz alta y con notable enfado: "Pues sí que estamos bien. ¿Aquí no puede entrar el pueblo?".

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