José Carreras triunfa con Donizetti

Fue precisamente Barcelona la primera ciudad no italiana que estrenó L'elisir d'amore, el 5 de mayo de 1833. Desde entonces, esta página ha sido una de las preferidas por el público barcelonés, y no sin razón, dadas sus cualidades de espontaneidad, alegría y buen gusto. La versión ofrecida el pasado día 18 de febrero por el Gran Teatro del Liceo alcanzó un alto nivel, tanto por su interpretación como por la excelente direccion.Sustituyendo a Sona Ghazarian, actuó en el papel de Adina Marorie Vance. La joven soprano se adaptó al personaje de la vivaz y coqueta campesina con naturalidad y arte escénico. Un timbre muy agradable, sensibilidad, agilidad en el fraseo y unas indudables dotes musicales suplieron el más bien escaso volumen de su voz.

Joan Pons, en el papel de Belcore, estuvo formidable. Supo dar al personaje del militar presuntuoso y fanfarrón su justo carácter, actuando con soltura y aplomo. Su voz emergió potente y pletórica de facultades. No muy feliz fue, en cambio, el Dulcaramad de Alfred Sraink. A nuestro juicio, le faltó el carácter y desparpajo requerido por el papel. Tampoco le ayudó demasiado la voz cansada e incolora.

El gran triunfador fue, sin duda, José Carreras. Como en todas sus apariciones, volvió a entusiasmar al público del Liceo. Dio vida al simpático e ingenuo Nemorino con perfecta adecuación física y artística. Algo precavido en el primer acto, fue adquiriendo cada vez mayor brío y desenvoltura, hasta culminar con la magistral interpretacion de la famosa romanza Una furtiva lácrima, que le valio una ovación interminable.

Daniel Lipton dirigió con temperamentoy precisión, particularmente a los aspectos brillantes de la partitura; sin embargo, en algunos momentos se hubiera deseado mayor sutileza y matizacion en el acompañamiento de voces. La orquesta del Liceo, cada vez más equilibrada, sigue en la línea aascendente de sus actuaciones. Muy correcta ha sido la intervencion del coro, tanto desde el punto de vista vocal como escénico.