Los precios bajos y estables pasan a la historia en Polonia y Checoslovaquia

El sindicato independiente Solidaridad estaba teóricamente de acuerdo con el Gobierno sobre la necesidad de subir los precios en Polonia tras los incrementos de sueldo conseguidos en 1980. Sin embargo, no han intervenido en la forma en que se ha realizado la subida, dada su prohibición el pasado diciembre.

La reforma de los precios, que pretende reducir la gravosa carga de las subvenciones estatales al consumidor, supone un empeoramiento transitorio de la calidad de vida de los polacos, cuyo sueldo medio está alrededor de los 6.000 zlotys. Los dirigentes polacos consideran, sin embargo, que la subida de precios es una condición básica de la reforma económica en la línea de adaptación a los costes reales marcada por el modelo húngaro.La competencia económica de las autoridades militares polacas es puesta en duda por economistas occidentales, quienes subrayan que otros pilares básicos de la reforma económica., como la autogestión y la descentralización, han quedado bloqueados por la ley marcial, contestada por los sindicatos desde la clandestinidad.

No a la importación

En Checoslovaquia, la subida de precios ha afectado al arroz (ciento por ciento), al vino (18%), a los licores (19% a 25%), al tabaco y derivados (entre el 30% y el 40%) y a la carne (27%), algunas de cuyas variedades tenían precios estables desde 1953.

El alza de precios fue preparada desde el pasado otoño con discursos pesimistas sobre el empeoramiento de la coyuntura económica internacional y los malos resultados de la cosecha agrícola de 1981. Su entrada en vigor, el 30 de enero, ha causado una disminución en el consumo. Al trabajador checoslovaco, que gana un sueldo medio de 2.700 coronas al mes, un kilo de buey le cuesta ahora 96 coronas (antes, cuarenta), y un kilo de cerdo, sesenta coronas (un 60% más), y comer en un restaurante se ha encarecido en un 30%.

Un elevado grado de autosuficiencia económica combinado con la cooperación con países miembros del Comecon son objetivos prioritarios de la política de las autoridades checoslovacas, que tratan por todos los medios de evitar un creciente aumento de la deuda exterior con los países Occidentales.

Los precios bajos y estables fueron una parte importante del proceso de normalización iniciado en Checoslovaquia tras la experiencia de 1968. Ahora los nuevos precios suponen una ruptura con este concepto y la reducción de las subvenciones estatales, que antes equivalían al 10% del presupuesto nacional y cubrían un 40% de los precios, según fuentes oficiales checoslovacas.

Como contrapartida, el jefe del Gobierno checoslovaco, Lubomir Strougal, anunció compensaciones sociales, así como subidas de salario para los mineros, un sector laboral no ajeno a la influencia de los sindicatos independientes polacos, que ha dado muestra de insatisfacción.

Las. subidas de precios checoslovacas no suponen una liberalización en el sentido de dar más libertad a los mecanismos del mercado, sino una adaptación a unas condiciones económicas adversas en el marco de una economía planificada.