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Normalidad en los funerales de los guardias civiles asesinados

El presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, presidió ayer en el Gobierno Civil de San Sebastián las honras fúnebres por los guardias civiles Benjamín Fernández y José Fragoso, el primero retirado y el segundo en activo, asesinados el martes por la tarde en San Sebastián y Rentería, respectivamente, en sendos atentados terroristas. El acto se desarrolló en un clima de serenidad y emoción contenida, rodeado de espectaculares medidas de seguridad y sin la presencia de ningún miembro del Gobierno vasco.Calvo Sotelo llegó al aeropuerto de Fuenterrabía (Guipúzcoa) minutos antes de las 10.30 horas, en un avión Mystere de la Fuerza Aérea. Al descender del aparato fue recibido por el ministro del Interior, Juan José Rosón, y el director general de la Guardia Civil, teniente general Aramburu, que habían viajado a San Sebastián el día anterior por la noche para visitar la capilla ardiente de los dos guardias civiles.

También se encontraban presentes el delegado general del Gobierno en el País Vasco, Marcelino Oreja; el general jefe de la VI Zona de la Guardia Civil, Francisco Javier Cereceda, y otras autoridades locales. La visita de Calvo Sotelo a San Sebastián sólo fue confirmada por los servicios informativos oficiales después de que el presidente del Gobierno hubiera aterrizado en Fuenterrabía.

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El presidente Calvo Sotelo, asistió al funeral por los guardias asesinados y visitó al ayudante de Marina herido

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El presidente de¡ Gobierno visitó al teniente de navío de la reserva naval Francisco Santamaría, ayudante de Marina de Ondárroa (Vizcaya), quien convalece aún en una clínica de San Sebastián de las heridas que sufrió el dia 3 en la autopista Bilbao-Behovia, cerca de Zarauz, en un atentado de ETA militar, informa nuestro corresponsal en San Sebastián, Victorino Ruiz de Azúa.

Calvo Sotelo acudió a continuación al Gobierno Civil de la provincia, en cuyo salón del trono había quedado instalada desde la noche anterior la capilla ardiente de Benjamín Fernández y José Fragoso. En las mismas dependencias comenzó, a las once de la mañana, una misa corpore insepulto que concelebraron un capellán castrense y otros tres sacerdotes.

Al acto, además de las personalidades citadas, asistieron el alcalde de San Sebastián, el nacionalista Jesús Marla Alcaín; concejales del Partido Nacionalista Vasco y del Partido Socialista de Euskadi; Gonzalo Quiroga, secretario provincial de UCD, y una delegación de AP, así como representaciones militares y de policiales. Resultó ostensible, en cambio, la ausencia de representantes del Gobierno vasco, a excepción de Javier Retegui, viceconsejero de Educación, en cuyo departamento trabajaba Benjamín Fernández, como funcionario subalterno transferido de la Administración. El presidente del Gobierno departió brevemente con los familiares de las víctimas, para expresarles su sentimiento.

En la explanada exterior del Gobierno Civil, una banda militar intepretó el himno de la Guardia Civil, que fue cantado por una compañía del Instituto y de sus Unidades de Acción Rural. Se escucharon vivas a España y a la Guardia Civil. Una persona allegada a uno de los guardias asesinados, presa del nerviosismo y la emoción del momento, pidió a gritos "muerte a ETA". El teniente general Aramburu dio vivas a España, al Rey y a la Guardia Civil, que fueron contestados por los asistentes.

Inmediatamente después, Calvo Sotelo se dirigió al aeropuerto, desde donde emprendió el vuelo hacia Madrid. Los féretros con los cadáveres de las víctimas fueron trasladados, en aviones de la Fuerza Aérea, a Santiago de Compostela y Sevilla, respectivamente.

El Gobierno vasco, después de conocer los atentados con "indignación y amargura" expresó su solidaridad con los allegados de las víctimas y denunció "la descarada provocación que buscan los autores de estos crímenes, con los que se pone de manifiesto un claro intento de hundir el proceso democrático en sus momentos más delicados y el desprecio más absoluto a la voluntad de nuestro pueblo acreditada en las urnas".

El diputado de Euskadiko Ezkerra, Juan Maria Bandrés, calificó las muertes de tremendas e inútiles, y merecedoras por tanto de todas las censuras. Añadió que, "una galopada de la violencia en Euskadi sería el mejor regalo que pueden hacer los que se llaman revolucionarios, a los golpistas". También el alcalde de San Sebastián expresó, su condena enérgica de los atentados, en nombre de "la gran mayoría de los que vivimos en esta ciudad, cuyas calles han vuelto a ensangrentarse".

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