Mitin para gente bien
Los últimos mitines, conferencias, declaraciones, apariciones de Fraga Iribarne, a mí me han parecido más que nada mítines para gente bien, empezando porque Fraga habla siempre en mitin, sin saberlo, como aquel personaje de Moliére que hablaba en prosa.Quiere decirse que aquí hay unas futuras elecciones de cara al personal, una pesca/repesca de votos, que es lo suyo, pero hay, previamente, otras elecciones sin votos, una pesca/repesca de dinero y del Dinero mediante programas, proyectos, promesas, declaraciones y sugestiones. Esquematizando un poco, diríamos que mientras Felipe habla al pueblo para motivarle el voto, Fraga habla a los empresarios para motivarles la pastizara. Aquí lo que puede ocurrir es que Felipe González gane las elecciones generales y se encuentre con que la generalidad de la nación es de los empresarios, el capitalismo sin rostro y la gente bien que va a los mítines de Fraga. A Mitterrand, un suponer, con ser Mitterrand, le está pasando algo parecido, y ya lo pronosticó uno, con perdón, en noviembre y desde París. Disculpando. A la izquierda le interesa ganar las elecciones y a lo mejor a la gran derecha le interesa más ganarse la confianza y la confidencia (y la transferencia) de algunos banqueros, algunos empresarios, algunos «creadores de riqueza». Fragabarne ha ido soltando lastre. López Rodó, mayormente, que ahora quiere, otra vez, ser de la Academia de Jurisprudencia, y compite con Víctor Fairen Guillén, que tiene todos los prestigios a su favor.
Hay una gente bien, aquí en Madrid, que siempre necesita un hombre fuerte y un poeta pobre, porque son el capitalismo sentimental. En Los Cuadernos del Norte, que hace el relampagueante y enceguecedor Juan Cueto, encuentro una glosa irónica y melancólica, magistral, de Haro-Tecglen a aquel poeta malo, Verlaine de clase media, que fue Emilio Carrére (estamos en su centenario o así). Carrére fue el demagogo lírico de la gente bien (que le dejaba morirse de hambre junto a su amada mal vestida), eso sí, como Fraga es el poeta bélico de esa misma gente, y les ha puesto tan blando el corazón blindado que me parece que le van a confiar una pela larga. El capitalismo sentimental, que se ilustró con las luces fin-de-siglo, controvertidas y deslumbrantes, de Anglada Camarasa (hoy patrimonio de un banco, que los cuadros sólo son unos billetes un poco más grandes), se entrega, en este otro fin-de-siglo, a la fascinación dura y ruda de este Mondrian de dereclías que es Fraga Iribarne. A lo mejor Fraga no quiere tanto ganar las elecciones en el escrutinio, o sea «después», como ganarlas ahora, «antes», entre su basca de oro, con movidas en buga y todo lo colorado a su disposición, como ayer en Galicia y mañana, quizá, en Andalucía. Ya lo ha dicho de Soledad Becerril:
-Es una marquesa haciendo de Pasionaria.
El es un franquista haciendo de demócrata. Mi paisano Berruguete, aquel Miguel Angel de la miniatura, suplía los.defectos de talla con una capa de pintura, y los desmayos de la pintura con un abultamiento de las formas. Esta misma chapuza genial es la que hace Fraga, extraño barroco cuando habla o gobierna: suple una obligada respuesta personal con una cita de Balmes y obvia una información sobre el franquismo con una boutade personal. Hay un electorado de gente bien que se lo está ganando ya la Gran Derecha. Si consiguen la pasta y la canción, quizá no les importe tanto ganar/perder las elecciones. Fraga se lo ha montado. Va a por todas ahora. Está muy puesto. Nuestras democracias convencidas hacen política/verité. Fraga vive en un mitin para gente bien.
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