La visita de José Pittau no disipa los interrogantes sobre el futuro de los jesuitas

«Seguimos desconcertados », comentaba un jesuita que había asistido en Madrid al encuentro de doscientos miembros de la Compañía de Jesús con el número dos, José Pittau, «porque todavía no sabemos si lo que el Papa quiere que hagamos es un triduo de oración y examen de conciencia o lo que pretende es un golpe de timón al rumbo de los jesuitas».José Pittau es el asesor de Paolo Dezza, el general en funciones, ambos nombrados directamente por Juan Pablo II. En los cinco días de su estancia en España, José Pittau ha visitado Barcelona, Sevilla y Madrid, ha hablado con profesores de colegios y curas obreros, ha dado conferencias, se ha visto con los superiores provinciales de España y se ha dirigido «con total sinceridad» a doscientos jesuitas en Madrid. El número dos de la Compañía ha tratado de tranquilizar a sus correligionarios. explicando que todo se reduce al problema disciplinar de una mayor adecuación de la actividad de los jesuitas a sus bases religiosas y contemplativas. Todo debe seguir igual. A las preguntas de que si todo va a seguir igual que antes y por qué el Papa ha marginado a Pedro Arrupe y a su vicario, Vincent O'Keefe, José Pittau explicó ante los doscientos jesuitas que con Arrupe había un problema de comunicación con el Vaticano: la curia de los jesuitas trabajaba poco a los curiales vaticanos, al tiempo que crecían las cartas y relaciones de] sector más conservador de la Compañía con la curia vaticana.

Más de un provincial jesuita se quejaba de que hasta la fecha no se supiera qué iban a hacer en Roma a partir del 23 de febrero. El coadjutor del delegado papal ha explicado los cinco puntos del orden del día del encuentro en Roma: obediencia al magisterio, actividad en terrenos fronterizos, animación de la vida religiosa, las vocaciones y el apostolado específico. No figura en el orden del día la convocatoria de la congregacion general, punto que provocó la actual crisis y que resolvería el problema de la sucesión de un Arrupe enfermo: «Ese es un asunto que,el Papa se reserva personalmente», aclara Pittau.

No podía faltar la referencia a Centroamérica a Polonia. A la pregunta de por qué Juan Pablo II habla tanto de los derechos conculcados en su patria y no dice una palabra sobre Chile, Argentina, El Salvador o Guatemala, replicó: «Juan Pablo está convencido de que su silencio sobre estos países ayuda más a la causa de los derechos humanos». La respuesta a más de un presente le resultó «un tanto sibilina».

Hace unas semanas, diecisiete jesuitas alemanes, Karl Rahner entre ellos, enviaron una carta al Papa, que sus autores han mantenido celosamente en silencio, pero publicada en Italiano por Il Regno. En ella se vertían fuertes críticas contra el nombramiento de lbs delegados papales, «un procedimiento que se aparta de lo que es usual en la Compañía de Jesús, y que nos plantea considerables problemas de conciencia».