Gualba
El actor Pepe Martín me comunica por carta que piensa llevar al teatro Gualba, la de mil voces, novela de Eugenio d'Ors a la manera de las de Voltaire, pero contra Voltaire. O sea, novela filosófica y corta, en catalán y no en francés. La cultura catalana, que los ignorantes persisten en ignorar, nos da uno de los grandes temas universales, apenas tocado en castellano: el incesto. El incesto es sólo la escenificación de la vuelta a la naturaleza madre, en Eugenio d'Ors como en William Shakespeare.
Claro que el tema está en Shakespeare, autor/coartada del trabajo y el aislamiento del padre y la hija que inician un romance espiritual que acaba simbólicamente (D'Ors creía que odiaba el simbolismo) en fuego, en incendio. El tema está en los griegos y hasta en los yanquis, y, dentro de España, en otros grandes periféricos: Valle-Inclán. Este año se celebra el centenario de Joyce y de Virginia Woolf, escritores no sólo vecinos, sino casi paredaños. La Woolf, en su litorial, tuvo el manuscrito del Ulises y lo rechazó, aunque llega a a decir tiempo más tarde:
Quizá ese señor Joyce está haciendo lo mismo que yo intento, pero mucho mejor que yo. En Joyce se da el adulterio como en Virginia Woolf el lesbianismo. . o (y éste es ya el rasgo de la modernidad, el rasgo muy siglo XX, se da sin dramaturgia, no como en SIhakespeare y los griegos. Se da «( tidianizado», como ahora, en este fin de siglo, las movidas homosexuales de todos los sexos, el «, los, sí; maridos, no» y el cambio de parejas.
Gualba, antes que nada, es una recuperación de la naturaleza salvaje, hermosa, romántica, sinfónica de cataratas, por el filósofo que había preferido las geometrías de la ciudad de la razón. El incesto, aquí, no es sino una metáfora del rescate de la libertad total de ser. La hija enamorada, como rehén total del universo que nos pertenece. 0 sea, lo que hoy hubiéramos llamado una novela ecológica. El panteísmo ha devenido ecologismo. El ecologismo es un panteísmo de Fin de semana y movida cívica en bicicleta., contra la capital envenenada. Ocitavio, Paz, último premio Cervantes, en reciente ensayo, reivindica una vez más a Fourier, tan vigente: incluso entre los jóvenes que no lo han leído, y reivindica asimisrno su socialismo del derroche -Sade, Bataille, Reich-, frente al socialismo burocratizado y economicista como el envés del capitalismo, como un capitalismo otro. La transgresión sexual literaria, la inmersión en la naturaleza y la filosofía del despilfarro son las últimas movidas de la juventud, incluso en esa exposición de rockeros, ahí por Chamberí, donde estuve anoche. Aquí la paradoja es que Felipe González, si gana las elecciones, tendrá que hacer un socialismo economicista, que el país no está para otra cosa, pero, al menosculturalmente, cívicamente, imaginativamente -«la imaginación al poder»-, deberá hacer un socialismo del despilfarro, si quiere tener consigo a la juventud más joven y la madurez que ha descubierto con Aranguren el «aquí y ahora». Si nuestras campañas electorales levantasen un poco del suelo, Alfonso Guerra, en vez de criticar la ineptitud administrativa de ucedé (crítica plenamente justificada, por otra parte), cantaría ya las abundancias de la libertad y la vuelta a la naturaleza.
Gualba es la aproximación temblorosa y tímida de un novecentista a la naturaleza total. Nosotros, hombres del milenarismo, debemos exigir a los partidos de izquierda (por ahí me parece que iba el eurocomunismo teórico) una política del derroche imaginativo en libertad, frente al economicismo ahorrativo, puritano y restrictivo de la CEOE. Fourier tendría que ganarle las elecciones a Ferrer-Salat.
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