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Buena acogida en el Reino Unido al intercambio de embajadores con el Vaticano

Andrés Ortega

La decisión de intercambiar embajadores entre el Vaticano y el Reino Unido, anunciada el pasado sábado por el Papa, llega 450 años después de la ruptura entre el rey Enrique VIII de Inglaterra y el papa Clemente VII. El histórico paso ha sido bien, pero no unánimente, recibido por los británicos.La cuestión de Irlanda del Norte plantea algunos problemas y existe aún un cierto resentimiento ante la postura de la Iglesia católica, que sigue considerando como irregulares a las órdenes anglicanas.

El anuncio de la decisión se produce cuatro meses antes de la visita de Juan Pablo II a Inglaterra, Escocia y Gales, anunciada para mayo. Oficialmente, la visita del Papa a finales de mayo será una visita pastoral a la comunidad católica romana británica, pero el Foreign Office la considera también como una visita privada de un jefe de Estado al que recibirá con todos los honores.

El Foreign Office ha indicado claramente que el establecimiento de plenas relaciones diplomáticas no tiene consecuencias eclesiásticas. El sábado, un portavoz del nuncio del Vaticano en Dublín se apresuró a decir que monseñor Gaetano Gallibrandi seguiría siendo el representante del Papa para toda Irlanda, que forma una unidad eclesiástica católica encabezada por el cardenal Thomas O'Fiaich.

Las plenas relaciones diplomáticas suponen un reconocimiento por el Vaticano de la soberanía británica, invalidando así la bula contra la ley de sucesión a la Corona británica en 1701.

La Santa Sede no hace, pues, ninguna reserva sobre Irlanda del Norte. Los medios oficiales británicos insisten en que, en el Ulster, el nuncio de Dublín sólo tendrá jurisdicción para asuntos eclesiásticos.

Las cuestiones diplomáticas y políticas serán tratadas por la nueva nunciatura en Londres, que ocupará monseñor Bruno Heim, hasta ahora cabeza de la delegación apostólica en la capital británica que se creó en 1938.

Desde 1914, el Gobierno británico ha tenido un ministro plenipotenciario ante la Santa Sede. En la actualidad, se trataba de sir Mark Heath, el más firme candidato para la embajada en el Vaticano.

Queriéndose divorciar de Catalina de Aragón para casarse con Ana Bolena, el rey Enrique VII rompió con el Vaticano y se proclamó en 1532 cabeza de la Iglesia de Inglaterra. Las relaciones entre el Reino Unido y la Santa Sede recobrarán ahora una cierta normalidad.

En la actualidad hay unos cinco millones de católicos -incluidos los niños- en el Reino Unido. En la población protestante se dan aún sentimientos antipapistas.

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