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Reagan pretende acabar con las filtraciones de informes secretos sobre política exterior

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, ha anunciado que aplicará "todas las medidas legales que sean necesarias" para evitar que continúen las "filtraciones" a la Prensa sobre aquellos asuntos de política exterior considerados como "confidenciales" y que afecten a la seguridad de Estados Unidos.

En un gesto presidencial, que recuerda un poco la época de los fontaneros de Nixon durante el escándalo del Watergate -cuando se investigaba la actuación de los periodistas en EE UU-, Ronald Reagan desea acabar con la hemorragia de informaciones consideradas como secretas que casi a diario aparecen en las primera páginas de los grandes diarios norteamericanos.Las revelaciones de informaciones clasificadas suponen "un problema de grandes proporciones", se asegura en un documento de la Casa Blanca.

Las nuevas medidas, consideradas como restrictivas en medios periodísticos, se interpretan como un intento de la Administración Reagan de dar una mayor cohesión a sus decisiones de política exterior.

Se cree que William Clark, el nuevo consejero del presidente en asuntos de seguridad nacional, ha sido el promotor de la nueva medida, que puede suponer un peligro para la transparencia informativa en un país caracterizado por la libertad de Prensa.

Portavoces de la Casa Blanca dijeron que todos los funcionarios en posesión de informaciones confidenciales quedan sujetos a la nueva orden presidencial, que incluye a los miembros del Consejo de Seguridad, Pentágono y Departamento de Estado, en especial.

Aviones para Taiwan

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Citaron, como último ejemplo de filtración periodística, la noticia divulgada por The Washington Post -un día antes del anuncio oficial- del veto de Reagan para la venta de nuevos aviones de combate a Taiwan.Por otra parte, Frank Carlucci, subsecretario de Defensa y ex subsecretario de la CIA, confirmó que otra información aparecida días pasados, también en el Post, relativa al posible coste adicional de unos 750.000 millones de dólares para la defensa en 1983, era objeto de investigación oficial para determinar quién pasó la información a la Prensa.

"La Prensa hace su oficio al intentar obtener información, pero el Gobierno debe también cumplir con su obligación al proteger la información que puede afectar los intereses de la seguridad nacional, dijo William Clark al comentar la nueva medida.

De momento no hay ninguna reacción de los medios periodísticos norteamericanos, aunque sí comentarios que recuerdan la desafortunada experiencia de los fontaneros de Nixon, encargados de investigar los lazos entre la Administración y la Prensa.

Varios altos funcionarios del Pentágono se han sometido ya a detectores de mentiras para determinar el origen de las filtraciones relativas al programa de rearme norteamericano.

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