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Las Brigadas Rojas iban a lanzar misiles contra una reunión de líderes democristianos

Juan Arias

Las armas de guerra encontradas en la base donde fue capturado el ideólogo de las Brigadas Rojas Giovanni Senzani iban a ser utilizadas para atacar el próximo día 22 la sede central de la Democracia Cristiana (DC), en la plaza de Don Sturzo, en el Sur. En esa fecha se va a reunir el Ansejo nacional de la DC para preparar el próximo congreso nacional de abril.Aprovechando esta circunstancia, el grupo obrerista de las Brigadas Rojas, en conflicto con el ala militar que tiene secuestrado al general Dozier, pretendía contrarrestar la publicidad de sus compañeros del Norte con una ofensiva en toda regla contra los dirigentes de la Democracia Cristiana.

No se trataba de secuestrar a Giulio Andreotti o a Amittore, Fanfani o a Arnaldo Forlani o a Flaminio Piccoli. Todo estaba preparado, desde hace meses, para una verdadera matanza. Los brigadistas habían estudiado meticulosamente todo el servicio policial encargado de defender a los jefes democristianos. Y habían organizado todo para desarticularlo. Los lanzagranadas iban a ser usados para atacar a las camionetas de la policía, mientras los misiles tierra-aire iban a ser lanzados contra la sala de reuniones en el momento en que estuvieran en ella los principales dirigentes.

Dos acciones previas, el secuestro del administrador delegado de FIAT y el ataque militar a la cárcel especial de Trani, donde están detenidos los mayores exponentes del terrorismo italiano de la extrema izquierda, tenían que haber servido como "preparación psicológica" para la acción espectacular contra la Democracia Cristiana.La policía descubrió ayer el piso preparado para alojar al administrador delegado de FIAT, Cesare Romiti. Está en la pequeña ciudad de Formia, a poco más de cien kilómetros de Roma. Lo había alquilado ya desde hace dos años un profesor de la Universidad de Nápoles para no levantar sospechas.

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