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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Rivalidad Madrid-Barça

Le escribo en nombre propio y de dos amigos y, en general, creo que en representación de los seguidores madridistas que nos desplazamos al Nou Camp a presenciar el partido Barcelona-Real Madrid.Durante la mañana, todo transcurrió con rmalidad y dentro de los límites de una sana rivalidad. Pasean en, grupo de unos cuarenta por los lúgares típicos de Barcelona, entonando nuestros cánticos de ánimo; los transeúntes, a veces, se dirigían a nosotros en apoyo del Barcelona, y algunos conductores hacían sonar sus bocinas y nos dedicaban gestos a favor o en contra. En fin, todo un ambiente de rivalidad, pero sin crispación ni enemistad.

Sin embargo, una vez que ocupamos nuestra localidad en el Nou Camp empezaron los sucesos. La bienvenida propiciada a nuestro grupo fue una ruidosa bronca, y a partir de ahí comenzaron nuestros sufrimientos. En principio, hubo. insultos repetidos en masa contra nosotros y contra nuestro equipo, desde el "hijos de p...", hasta el "hala Madrid, el equipo del Gobierno, la vergüenza del país", pasando por "madridistas, por chulos, os van a dar por En vista de que éramos un grupo no muy numeroso y de que soportábamos estoicamente los insultos, pasaron de la palabra a la obra. Nos arrojaron tantas pesetas y duros que, exagerando un poco, podríamos decir que el viaje nos salió gratis. Desgraciadamente, en las obras de ampliación encontraron un arsenal de proyectiles y a las monedas se vinieron a sumar las piedras y los cachos de cemento. Por último, ya fue el colmo, nos tiraron un cigarrillo encendido cuando el Barcelona marcó uno de sus goles.. Desde luego, la que se autoproclama mejor afición del mundo ni hizo honor a tal calificativo.

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Una vez terminado el partid la mayor parte de nosotros volvio a Madrid en autobús. Tres del grupo fueron en tren y, por tanto, se encaminaron a pie, pues sobraba el tiempo, a la estación Término. El itinerario fúe el lógico y el más sencillo: Diagonal, paseo de Gracia, plaza de Cataluña, Ramblas, estatua de Colón y desde allí directamente a la estación. Sin embargo, jamás se nos debió,ocurrir pasar por las Ramblas. Allí se encontraban congregados los fanáticos barcelonistas marchando al ritmo de tambores. En principio se contentaron con dejarnos marchar, no sin antes habernos dedicado los insultos de rigor. Pero se lo pensaron mejor y nos persiguieron Ramblas abajo. Los insultos arreciaron, nos golpeaban por detrás con los palos de sus banderas, nos escupían, nos increpaban "...no sabéis lo que es ser un país ocupado". Un bombín que llevábamos hizo las veces de casco y acabó abollado y roto. Pese a todo, lo que más nos dolió no fueron las vejaciones a las que nos sometieron unos energúmenos (energúmenos y vándalos los hay en todas partes), sino que los cientos de personas que paseaban por las Ramblas no movieron un dedo para ayudarnos intentando calmar a los exaltados; por el contrario, se limitaron a asistir al espectáculo con una sonrisilla en sus caras. Al fin, encontrlámos un policía municipal que nos acompañó hasta una boca de metro, librándonos así de nuestros perseguidores, que se despidieron llamándonos cobardes y arrojándonos una última peseta. Una vez, dentro del metro, muy amablemente nos indicaron el trayecto que deberíamos seguir, todo hay que decirlo.

En fin, su comentario (EL PAIS, 20 de diciembre), que decía "En esta ocasión la rivalidad parece que no traerá problemas como otros años. La confraternización entre las peñas y las buenas relaciones entre los presidentes de ambos clubes actualmente así lo indican", no ha tenido mucho valor profético que digamos.

Fue un día triste. Nosotros somos hinchas del Madrid bien porque hemos nacido en Madrid o, sencillamente, porque nos gusta su estilo; pero seguro que ninguno es madridista porque, según dicen, sea el Madrid el equipo del Gobierno o el representante del autoritarismo y del centralismo. Sin embargó, en Barcelona pagamos por los dos motivos: por animar al rival del Barga y al enemigo de Cataluña. Por favor, que no se confunda la velocidad con el tocino y, peor aún, que no se nos ataque por representar algo que no somos ni nosotros ni el Real Madrid./

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