El papel de la Iglesia polaca se considera decisivo en Roma

Una vez más en la historia, la Iglesia católica polaca se encuentra en primera línea en la defensa del pueblo polaco y es, en las presentes circunstancias, el único interlocutor válido para el general Wojciech Jaruzelski, según medios polacos de la capital italiana.

Los polacos residentes en Roma esperan con impaciencia el regreso del cardenal Luigi Poggi, enviado especial de Juan Pablo II a Varsovia, donde entregó a Jaruzelski un mensaje personal del Papa.

Estos mismos medios consideran que el margen de maniobra del Consejo Social (asesores) recientemente constituido en torno al primado, cardenal Jozef Glemp, es estrecho para dialogar con las autoridades militares, comunistas y Solidaridad. Sin embargo, estiman que algunas iniciativas de este grupo han fructificado.

En Roma se tiene confianza absoluta en el grupo de personas que se aglutinan en torno al intelectual católico Stanislaw Stomma. Pero el deseo del Papa para que se encuentre "-una solución pacífica entre las autoridades y los ciudadanos" depende fundamentalmente de la actitud de la población.

La Iglesia se dispone de nuevo a jugar un papel histórico para "mantener la esperanza del pueblo", pero exige tres condiciones, se dice en Roma, para la reanuda ción del diálogo social: fin del estado de sitio; liberación de los detenidos y garantía de los derechos sindicales.

Con temor a una intervención extranjera, los polacos de Roma se acogen a la esperanza que les ha proporcionado el general Jaruzelski de que "es posible un entendimiento nacional", basado en un sistema económico-social en el que los sindicatos autogestionarios tengan un papel preponderante. Y en estas declaraciones quieren ver desde la capital italiana un resultado de las intervenciones impulsadas por el grupo de trabajo de su cardenal primado.