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Reportaje:

Definitiva construcción de la presa de Retuerta en el enclave del monasterio de San Pedro de Arlanza

Los únicos que no acaban de creérselo del todo son los habitantes de Retuerta y Cascajares, los dos municipios que quedarán bajo las aguas. Los más viejos del lugar llevan 52 años oyendo: «El pantano se hace», «no arreglen sus casas porque es tirar el dinero, «la Administración no puede permitirse costear la acometida de agua en un pueblo que desaparecerá el año que viene». Así se han ido pasando los años y sucediéndose los Gobiernos. Lo que decía un ministro hoy dejaba de ser válido para el siguiente y, mientras, los pueblos, con el futuro hipotecado, han ido muriéndose lentamente. Sin luz hasta hace pocos años, sin agua todavía, sin poder arreglar sus calles y sus casas, la gente joven ha ido abandonando los pueblos. Por eso no se fía ahora, a pesar de que el ministro anunció la creación de una comisión, presidida por el gobernador civil y con representación de los vecinos, para ir estudiando y solucionando los problemas de vivienda y trabajo que ocasione el traslado.

Pantano o monasterio

El motivo principal de que todavía no se haya construido este pantano, cuyo proyecto primitivo se remonta a la dictadura de Primo de Rivera, es la existencia en el valle del monasterio de San Pedro de Arlanza, que, de hacerse el embalse, quedaría bajo las aguas.El Ministerio de Cultura, diversas entidades culturales y la mayoría de los burgaleses se han opuesto siempre a la desaparición del monasterio. Esta resistencia se entiende si se tiene en cuenta que San Pedro de Arlanza, asentado sobre restos visigóticos y románicos, no es sólo una de las mejores joyas de la provincia en materia artística, sino que, además, está hondamente enraizado con los orígenes castellanos, ya que su fundador, en el año 912, fue el padre del conde Fernán González, fundador de Castilla.

El estado actual de San Pedro de Arlanza es bastante malo. Tras los incendios sufridos a finales del siglo pasado y la exclaustración de los monjes a raíz de la desarmotización, sus ruinas han ido sufriendo un deterioro progresivo: las paredes se han ido derrumbando a causa del abandono, y los tesoros se han dispersado. Varios de ellos se encuentran en la provincia de Burgos; a Madrid se llevaron la puerta de acceso conventual a la iglesia, y a Barcelona y Nueva York, las pinturas murales de Gudesteus. No obstante, el monasterio sigue siendo una muestra de arquitectura románica, aderezada con elementos góticos y neoclásicos, que hay que conservar. En este sentido, el Ministerio de Cultura comenzó recientemente una serie de obras de desescombro, limpieza y consolidación, en las que se estima que se llevarán invertidos más de ocho millones de pesetas.

Para salvar este obstáculo a la construcción de la presa, los Ministerios de Cultura y Obras Públicas han llegado a un acuerdo, por el que se procederá a trasladar el monasterio, piedra a piedra, a otro lugar fuera del alcance de las aguas. El coste del traslado, estimado en quinientos millones, correrá a cargo íntegramente del Ministerio de Obras Públicas.

Esta parece ser la solución ideal para el ministro de Obras Públicas, quien ha señalado reiteradas veces que «hay que armonizar el arte y la estética con la mejora del nivel de vida de los ciudadanos». «Ya está bien», decía el pasado mes de octubre en Burgos, «de obras de arte para expertos, que están cómodamente en sus casas y vienen a verlas los fines de semana, cuando hay gente que no tiene resueltas sus necesidades más inmediatas. Tal vez cuando las tengan se aficionen también al arte y vayan a ver el monasterio en su nuevo enclave».

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La decisión del traslado no ha resuelto la oposición al pantano de diversos sectores. Concretamente, la comisión de cultura del Colegio de Arquitectos de Madrid inició el pasado mes una campaña, materializada en una exposición titulada «Salvemos San Pedro de Arlanza», para destacar su oposición a la construcción de la presa y al traslado del monumento, ya que, en su opinión, no resuelve el problema de relación monumento- entorno ni la conservación arqueológica.

52 años de espera

Dentro de toda esta historia, en la que se barajan intereses económicos, culturales, ecologistas y geológicos -diversos estudios geomorfológicos de la zona coinciden en que el coeficiente de permeabilidad de la tierra es muy elevado y, por tanto, no es el terreno idóneo para hacer el pantano-, está el pequeño drama de los vecinos de Retuerta y Cascajares, que llevan 52 años esperando a que se tome una solución definitiva. «A nosotros nos gustaría que no se hiciese la presa. Es bastante terrible tener que abandonar nuestro pueblo y saber que todo lo que constituye nuestro entorno va a quedar sepultad.o bajo el agua. Pero si se tiene que hacer, porque otras tierras necesitan este agua, que se haga ya. Que no nos tengan más años en esta incertidumbre, que está arruínarido nuestros pueblos», dice Victoriano Puente Ausín, alcalde de Retuerta.En el pueblo viven hoy solamente 98 personas, la mayoría de más de cincuenta años. La población.activa es mínima: quince o dieciseis personas que se ocupan de cultivar la tierra y cuidar el ganado; el resto son pensionistas de la Seguridad Social. La gente joven es prácticamente inexistente en Retuerta. La tierra es buena y, si no fuese por la amenaza del pantano, los sistemas de cultivo se hubiesen podido modernizar y los jóvenes no se habrían visto obligados a abandonar el pueblo. «Durante todos estos años, la Administraclón no nos ha concedido beneficio alguno. Nosotros pagamos nuestros impuestos al Estado, al igual que el resto de los españoles; sin embargo, no hemos recibido ninguna ayuda, ni rústica ni urbana. La concentración parcelarla era aquí absolutamente necesaria, y no se ha hecho por causa del pantano», dice Victoriano Puente.

Con este negro panorama de trabajo, los jóvenes se han ido en busca de prespectivas más halagüeñas. «Ahora sólo vivimos aquí cuatro personas jóvenes», dice Lourdes Martín. «Yo estuve estudiando en Bilbao y, cuando acabé la carrera, como no encontraba trabajo, me vine para casa». En el poco tiempo que Lourdes lleva en Retuerta se ha convertido en una significada luchadora por los intereses de sus convecinos, tanto que, cuando el ministro Luis Ortiz habla de Retuerta, siempre hace referencia a «mi amiga Lourdes».

Lourdes Martín piensa que no hay derecho a que la Administración les tenga así. «No tenemos agua, y hasta hace pocos años, tampoco luz. Recuerdo haber oído contar a mi madre que cuando, poco antes de casarse, se hicieron esta casa, el resto de la familia y la gente del pueblo decían que estaban locos, que era tirar el dinero, porque en uno o dos años el pueblo iba a desaparecer. De esto hace más de veinte años, y aquí nos tienes».

La incertidumbre que pesa sobre Retuerta se hace notar ostensiblemente en sus calles vacías. Una gran parte de las casas se encuentran cerradas y presentan signos de abandono. Es una pena, porque entre esas casas hay algunas de buena construcción y aspecto señorial. Las habitadas no gozan, en general, de mejor salud. «Hemos hecho poco, casi lo justo, para que el pueblo no se hundiera, y siempre a nuestro costo», dice Victoriano Puente, el alcalde.

El caso de Cascajares, más pequeño que Retuerta, y en el que viven solamente 37 personas, es muy parecido, aunque ligeramente mejor, por aquello de que está junto a la carretera. «Aquí ha llegado un momento en que la gente no se cree nada, así que ha decidido tirar para adelante, y ha construido y arreglado sus casas», dice el alcalde de Cascajares, Gabino Marijuán, quien, al igual que sus convecinos, no cree que, pese a lo que diga el minístro de Obras Públícas, se vaya a hacer la presa. « ¡Hemos oído tantas veces la misma historia ... !».

El alcalde de Cascajares está tranquilo. «¿Que se hace por fin el pantano? Pues bueno, pero que nos den la indemnización que nos corresponde. Eso es lo que hay que hablar».

La cuestión de las condiciones económicas y laborales que les debe ofrecer la Administración de cara al desalojo es lo que más preocupa actualmente a los vecinos de los dos pueblos.

Las viviendas y las tierras fueron tasadas hace ya más de cinco años, por lo que, lógicamente, las cantidades están desfasadas y los vecinos piden su actualización. En las nuevas cifras habría que contemplar también las mejoras que se han ido introduciendo en los últimos años, y «tener en cuenta que todo lo que el Gobierno no se ha gastado en mejoras va en detrimento nuestro a la hora de tasar. Por ejemplo», dice el alcalde de Retuerta, «una vivienda como la mía, tasada en 800.000 pesetas, tendría mucho más valor si tuviera una serie de mejoras, como el agua, que debiera habernos puesto la Administración. Total, que perdemos por partida doble ».

Otro problema que preocupa es el de la futura vienda. No se trata, en opinión de los vecinos, de que la Administración les aloje en casas del Estado, como prometió el minis tro de Obras Públicas; lo que quieren es que se valore la propiedad y se permute por otras del mismo valor, pero en propiedad.

El mismo planteamiento es válido para la tierra. Tanto si esta es en propiedad como si es en renta, lo que se pide es que se dé otra del mismo valor y en las mismas condiciones en el nuevo emplazamiento. «Y, una vez resuelto esto, que se dé un puesto de trabajo para los jóvenes y una indemnización para los pensionistas. Porque aquí, con las 12.000 o 18.000 pesetas que cobramos de pensión, podemos vivir dignamente, pero a ver qué hacemos en una capital como Burgos. Con ese dinero no tendríamos ni para pagar los gastos de comunidad del piso que nos dieran», señala nostálgicamente el alcalde de Retuerta.

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