El laicismo, condición fundamental para la democratización de las instituciones sociales
Ayer se clausuró el I Coloquio Internacional sobre Laicismo y Enseñanza, que ha tenido lugar en Madrid durante los tres primeros días de esta semana, organizado por la Liga Madrileña de la Enseñanza, la Educación y la Cultura Popular, miembro de la liga internacional del mismo nombre. Entre las conclusiones oficiales de coloquio, la Liga Internacional de la Enseñanza «insiste en el carácter dinámico y positivo del laicismo, como condición fundamental para la democratización y promoción de nuestras sociedades policulturales».
En el comunicado final del coloquio están presentes las ideas fundamentales sobre el laicismo, que Arnould Clausse, presidente de la Liga Internacional de la Enseñanza, expuso en su discurso inaugural (véase EL PAIS del pasado día 2). Entre estas ideas sobresale la oposición a los sistemas escolares pluralistas, que, en contradicción con la semántica positiva del término pluralismo, en realidad son sistemas que favorecen los guetos ideológicos.A lo largo del coloquio se puso reiteradamente de relieve lo equívoco que resulta calificar de pluralista a un sistema educativo que propende al enquistamiento ideológico, que da carta de naturaleza al adoctrinamiento, en nombre del derecho de los padres a elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos, y que se asienta sobre el dogmatismo, la intolerancia y la inamovilidad del pensamiento humano. «Un sistema escolar, en definitiva», tal y como afirmaba uno de los ponentes en el coloquio, «que niega al hombre su derecho a la incertidumbre y a la duda».
La intolerancia y la discriminación son, en un ámbito mucho más amplio que el de las instituciones escolares, el corolario lógico de la confesionalidad del Estado, según trató de demostrar Pierre Lamarque con su ponencia sobre Laicismo e instituciones. Lamarque hizo un minucioso repaso de los textos constitucionales europeos, analizando el tratamiento que en todos ellos se hace del fenómeno de la laicidad o confesionalidad del Estado, y poniendo de relieve la sutileza con que la iglesias, no sólo la católica, han sabido conservar sus privilegios seculares.
El ponente demostró cómo dichas iglesias, a través de concordatos o tratados bilaterales con los Gobiernos que les son afines, han conseguido desvirtuar muchas veces la independencia y soberanía del Estado que sus constituciones proclaman.
El español Mariano Pérez Galán vendría a abundar en las tesis de Lamarque sobre la conservación de privilegios por parte de las iglesias en ciertos Estados Referido al caso concreto de España, el ponente destacó el hecho de que, durante los años de la transición política, los centros escolares de la Iglesia han recibido directamente del Estado más dinero, probablemente, que en períodos mucho más amplios de la dictadura. A 233.962 millones de pesetas se eleva la cantidad que el Estado ha pagado, en concepto de subvenciones desde 1972.
La Liga Madrileña de la Enseñanza, organizadora del coloquio y anfitriona de las delegaciones de Europa y Africa que integran la liga internacional, promovió también una mesa redonda sobre El laicismo y la enseñanza en España, que tuvo lugar a primeras horas de la noche del pasado martes en el Centro Cultural de la Villa.
Pese a la nutrida concurrencia al acto y a la innegable capacidad de convocatoria de la mayoría de los componentes de la mesa, este coloquio se caracterizó por la absoluta unanimidad en la defensa de los valores del laicismo. Esta unanimidad laica contribuyó sin duda al sepulcral silencio de los escasos clérigos asistentes, que se limitaron a llenar de citas sus cuadernos de apuntes, con la probable intención de manejarlos en mejor momento y en otros foros.
José Antonio Gimbernat, director de Fe y Secularidad, y el único clérigo entre los componentes de la mesa, dijo que la idea de que la escuela pública no debe ser confesional es algo totalmente asumido por la teología moderna, en coherencia con el respeto a la aconfesionalidad del Estado.
Luis Gómez Llorente sostuvo la vigencia del laicismo y de la lucha por el laicismo, «que va mucho más allá de lo que tiene de polémica política, porque es la lucha por el respeto a la autonomía de la conciencia individual, de la que se deriva la soberanía del poder civil».
Manuel Martínez Montávez rector de la Universidad Autónoma de Madrid, dijo que probablemente la universidad española es, en estos precisos momentos, esencialmente laica, lo que sería muy positivo; pero matizó que sería terrible que este presunto laicismo fuera una manifestación más de la desvinculación de la universidad respecto de las inquietudes sociales.
Alberto Moncada se mostró profundamente escéptico sobre los frutos obtenidos tanto por la pedagogía confesional como por la pedagogía laica, de la que se mostró partidario.
Fernando Savater, por último, presente en el coloquio «a título de librepensador y para reivindicar un término que se entiende en nuestra historia como negativo o nefando», dijo que no sólo la escuela privada es conservadpra, puesto que toda escuela lo es. Se calificó a sí mismo de conservador y sectario, en el sentido de estar dispuesto siempre a «conservar y a defender, en la medida de mis posibilidades, una serie de valores y de modelos de convivencia que uno considera razonablemente positivos».
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