El Nobel y disidente soviético Sajarov, extremadamente grave
El premio Nobel de la Paz Andrei Sajarov se encuentra extremadamente grave, según se supo ayer en Moscú, cuando se cumplía el día número 17 de su huelga de hambre. Esta noticia sobre el estado de salud de Sajarov -que es la primera que se obtiene en más de una semana- la comunicó ayer tarde el presidente de la Academia de Ciencias de la URSS, Anatoli Alexandrov, en una conversación telefónica mantenida con Lisa Alexeieva, nuera del científico.
Andrei Sajarov tiene 61 años y padece una enfermedad cardíaca. El viernes de la pasada semana, el vespertino moscovita Izvestia hizo pública la hospitalización de Sajarov y de su esposa, Elena Bonner, que también secunda su protesta.El presidente de la Academia de Ciencias de la URSS -institución esta a la que formalmente sigue perteneciendo Sajarov- conversaba ayer por vez primera con Lisa Alexeieva. Al final de la pasada semana, una secretaria que hablaba en nombre de Anatoli Alexandrov aconsejó a Lisa que viajara a Gorki para visitar al desterrado disidente.
El sábado, cuando Lisa se disponía a tomar en Moscú un tren para Gorki, unos desconocidos -presumiblemente agentes de la policía política, KGB- la hicieron subir a un coche y la pasearon durante dos horas, para ponerla posteriormente en libertad. Ayer tarde, Alexandrov manifestó que dio a Lisa el consejo de viajar a Gorki porque no estaba al corriente de la situación y pensaba que autorizarían este desplazamiento.
Horas antes de que Lisa conversara telefónicamente con Alexandrov había acudido a la convocatoria que le había sido hecha por el OVIR (organismo soviético encargado de conceder los permisos de viaje al extranjero). De esa visita se esperaba que saliera, por fin, la concesión o la definitiva negativa de su visado para salir de la URSS y viajar a Estados Unidos, país este en el que la espera Alexei Semionov, hijo de un anterior marido de Elena Bonner, con el que Lisa contrajo matrimonio por poderes.
Sin embargo, Lisa Alexeieva no obtuvo ninguna respuesta. El funcionario encargado de su caso había sufrido -según se le informó- una repentina indisposición... ¿Enfermedad política o sarcástica casualidad? Lo cierto es que la solución del problema tenía, con este incidente un nuevo aplazamiento.
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