Argel teme una posible implicación de EE UU en el conflicto del Sahara
La eventualidad de una participación indirecta de Estados Unidos en el conflicto del Sahara occidental es nuevamente evocada con preocupación en la capital argelina, coincidiendo con la visita realizada a Fez por el secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, y la que efectuará próximamente el secretario de Estado, Alexander Haig.El desfile de altas personalidades norteamericanas por el reino alauí es considerado por los medios políticos argelinos como el preludio a un despliegue estratégico y militar de Estados Unidos, susceptible de agravar la tensión regional.
Las visitas sucesivas a Rabat del general Vernon Walters, consejero personal del presidente Reagan, y del secretario de Estado adjunto para la Defensa y Seguridad Nacional, Francis West, a la cabeza de un grupo de oficiales de la fuerza aérea norteamericana, había suscitado ya una primera serie de críticas e interrogaciones por parte argelina.
Las primeras se relacionaban con el deseo del ejecutivo estadounidense de complicar el proceso de solución política del conflicto, esbozado en Nairobi por la Organización para la Unidad Africana, y las segundas concernían a la capacidad de los consejeros de Ronald Reagan de advertir a tiempo la maniobra preparada por el rey Hassan II, tras el ataque a la guarnición de Guelta-Zemmur, en octubre pasado, en el sentido de desnaturalizar el fondo del problema para demostrar que se trata de una pugna entre los bloques del Este y el Oeste.
La frialdad de las relaciones norteamericano-argelinas es notoria, tras el nombramiento de Ronald Reagan como presidente del ejecutivo norteamericano; dos visitas efectuadas a Argel por el general Walters, en mayo y agosto de este año, no habían logrado mejorar el clima, sino todo lo contrario. En su primer contacto personal con el presidente Chadli, Walters había amenazado a Argelia con "acciones adecuadas" destinadas, según este antiguo subdirector de la CIA, a demostrar que Washington no abandonaría a Marruecos y lo convertiría, en cambio, en pivote central de la nueva estrategia norteamericana en el Magreb. En agosto, el segundo encuentro había sido todavía más frío y, durante la entrevista, el general Walters se había limitado a confirmar que continuaría el procesa de desbloqueo de los bienes iraníes confiscados en Estados Unidos, tras la crisis de los rehenes.
Con posterioridad, tal vez para enjugar el mal sabor de boca dejado por el cerril Walters, por otros canales, la Administración expresó su deseo de invitar a Chadli a visitar oficialmente Washington, mientras se indicaba, paralelamente, que no se pondrían obstáculos a una solicitud presentada por la firma Lockheed, interesada en vender a Argelia un número no determinado de aviones de transporte Hércules C-130.
El conflicto del Sahara occidental parece estar condenado así a ir de escalada militar en escalada, en la medida en que un reforzamiento de uno de los dos contendientes obliga al otro a acometer la misma empresa. Para neutralizar la superioridad evidente de la aviación marroquí, el Frente Polisario ha aumentado su capacidad de respuesta en este marco.
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