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Triunfal acogida a Mitterrand en Argelia

Nada ha faltado para convertir la primera visita oficial a Argelia de un presidente socialista francés en un acto sin precedentes en la historia del joven Estado argelino. Decenas de miles de personas, portando banderas francesas y argelinas y pancartas de bienvenida, estacionadas a todo lo largo de la autopista que une el aeropuerto de Argel a la capital, y en el centro, de ésta, tributaron ayer una acogida triunfal a un François Mitterrand, visiblemente emocionado y satisfecho.

A través de una declaracióri hecha a su llegada, el presidente galo hizo hincapié en la "capacidad" de los países para cerrar definitivamente las heridas del pasado y establecer "nuevas relaciones de igualdad y confianza".Chadli, el Gobierno y el Buró Político del Frente de Liberación Nacional argelino, en pleno, acogieron a Mitterrand al pie de la escalerilla del avión, mientras sonaban los veintiún cañonazos de ordenanza. Un impresionante dispositivo de seguridad (el tráfico aéreo fue interrumpido horas antes de la llegada del presidente galo) impidió que los raros argelinos que se habían concentrado en el aeropuerto pudieran asistir a la ceremonia. Para remediarlo, Mitterrand y Chadli recorrieron posteriormente en coche descubierto el centro de la capital, en medio de los vivas de la población, salpicada de centenares de escolares visiblemente satisfechos por disponer de una jornada suplementaria de fiesta.

"Franceses y argelinos", diría Mitterrand a los periodistas, "desean franquear los obstáculos y rebasar los males que han impedido su comprensión. Gracias a la confianza, la riqueza y la diversidad de sus acciones, nos identificamos a la hora de rechazar la confrontación en las relaciones internacionales".

El presidente francés y su homólogo argelino han puesto de relieve que la visita del primero es ante todo política y tiene como objetivo exteriorizar una voluntad común por superar los problemas bilaterales, sea en lo relativo a la emigración argelina en Francia, el precio del gas natural argelino o la restitución de los archivos argelinos de la época colonial. Al margen de ello, los grandes temas de política exterior, como el de Oriente Próximo, el nuevo orden económico internacional, la situación en el continente africano o el conflicto del Sahara occidental, serán abordados con un "espíritu de comprensión" que hace preludiar amplis coincidencias.

Cauto en lo que se refiere a Oriente Próximo ("no reconocemos a la Organización para la Liberación de Palestina, ya que para ello sería necesario que existan las condiciones necesarias al establecimiento de la futura coexistencia palestino-israelí", diría Mitterrand), más preciso en lo que concierne al Sahara occidental ("Francia no sustituirá a ninguno de los protagonistas, pero deseamos que se llegue a una solución pacífica e intervendré personalmente en las asambleas internacionales en favor al derecho a la autoderterininación del pueblo saharaui"), Mitterrand se declaró sobre todo preocupado por demostrar que, desde la victoria de la izquierda francesa en su país, la política exterior francesa ha cambiado y Argelia constituye un interlocutor privilegiado en el área magrebí.

Esa conjunción de intereses debe traducirse a corto plazo, según declaraciones de unos y otros, por acuerdos concretos en torno al precio del gas natural licuado (las exportaciones argelinas constituyen el 25% de las necesidades francesas) el desbloqueo de las cuentas personales de los pies negros (apelación dada a los antiguos colonos franceses) y la restitución de los archivos.

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