Urano entra en Sagitario
EN LOS tiempos de crisis ideológicas, la magia reemplaza con frecuencia a las aproximaciones científicas de los hombres. Grandes políticos y estadistas acostumbran a veces a rodearse de sus particulares druidas o hechiceros. Dicen que una maga curandera acompaña en todos sus desplazamientos a Breznev y que Ceaucescu acostumbra a viajar con un probador de alimentos por miedo a los venenos de mano enemiga. La racionalista Francia se estremece todavía con las noticias proféticas de Nostradamus, y quienes se escandalizan del fanatismo religioso de Jomeini o de Gadafi deberían recordar que al fin y al cabo el brazo incorrupto de santa Teresa amparó las meditaciones del poder durante la dictadura del general Franco. Para qué decir de los ocultismos que rodearon a Perón e Isabelita o de ese maravilloso montaje de la logia P-2, que en Italia ha sabido mezclar toda clase de intereses y de pasiones. Si Leopoldo Calvo Sotelo estuviera atento a la moda, vería que en España, desde los tiempos en que el futurólogo Rafael Lafuente se convirtió en importante exégeta y analista político del periódico del régimen en los estertores del franquismo, astrólogos y adivinos tienen también alguna influencia en los servidores del poder. Los horóscopos no son sólo cosa de invención, la astrología ha vuelto entre nosotros con fuerza desusada y el señor presidente del Gobierno debe leer atentamente los pronósticos para la semana entrante: Urano entra en Sagitario y se repite una coyuntura astrológica similar a la que padeció este país el 23 de febrero pasado.Este periódico concede a los astrólogos una sagacidad mesurada. Pero la ignorancia propia consiste siempre en despreciar la sabiduría ajena. Por eso no nos importa prestar también atención a esto que cuentan los augures, y que es sin duda algo de ciencia ficción: si se pusiera en marcha -dicen- otro golpe militar, éste sería organizado por un puñado de oficiales rebeldes -probablemente de la ilegal UME*-, sin apenas complicidades en la alta cúpula de mando, se manejarían listas de personas a encarcelar o fusilar; se neutralizaría por la violencia a los jefes de unidades que se opusieran a la insurrección; ésta contaría con financiación casi ilimitada, el apoyo de la extrema derecha y el aislamiento informativo del Gobierno, puesto ya de relieve con la historia de la medalla a Milans del Bosch. Para que una cosa así triunfara -siempre según los fabuladores- sería necesario ir contra el Rey, pero para evitar la división que semejante actitud ocasionaría bastaría, a su juicio, con proteger de peculiar manera la institución monárquica: obligarían a don Juan Carlos a abdicar en el príncipe Felipe y designarían un regente militar que acabaría con los partidos políticos y las libertades públicas.
Lo más notable es que importantes líderes de este país han recibido visitas de informadores supuestamente implicados en la fábula. El presidente del Gobierno, el ministro de Defensa, tienen conocimiento de esas visitas. Conocimiento y ni una sola prueba. Lo único científico que llevarse a la boca es lo que dicen los astrólogos: que Urano entra en Sagitario.
Para evitar tan grandes males, que los augures predicen en todos los horóscopos de las revistas de esta semana, druidas de menor pelaje han enroscado la serpiente del otro bulo: los astros hablan de una posibilidad, un golpe blando, sin fusilamientos, sin sangre, sin abdicación real, casi sin golpe, poniendo un militar de alta graduación en el Gobierno que recondujera las cosas a su sitio. Los astrólogos son incapaces de decir qué cosas y qué sitio. No reparan tampoco en que estas adivinanzas e hipótesis que proponen equivalen a la repetición de un golpe modelo Tejero o modelo Armada según los casos. Los desperdigadores del bulo son incapaces además de ponerle nombre y apellidos a la fábula. Pero la fábula existe, recorre los mentideros de Madrid, se mezcla con la debilidad del partido del Gobierno, con la crisis en el seno del PCE, con los careos de los implicados en el 23-F. Las embajadas, los corresponsales extranjeros, los círculos de las finanzas han tenido información de esta entrada de Urano en Sagitario. La manía de Nostradamus también alcanza, al parecer, a España.
Las reflexiones oficiales del Gobierno ante tanta astrología son indubitables: la situación está controlada. A través de sectores financieros cercanos a la Casa Blanca se ha enviado un mensaje a Washington y Washington ha mostrado su preocupación. Una segunda experiencia a la turca en Europa complicaría en exceso el papel de la Administración Reagan en un momento tan delicado como el actual. Los periódicos han publicado una nota oficial del Ejecutivo que resulta tranquilizadora. El bulo está en la calle. Pero no podemos decir que todo sea un bulo, porque los astrólogos han explicado ya bien claramente que Urano entra en Sagitario la semana que viene.
El Gobierno conoce la trama civil que sueña con fábulas como ésta, conoce los dineros que estarían dispuestos a sujetarla y cuenta con gran cantidad de medios para desviar el curso de los astros. El Gobierno debería leer por eso más el horóscopo y menos las tonterías de los columnistas de la extrema derecha.
Otra cosa que no han dicho los astrólogos son las consecuencias de sus malos augurios. Si la fábula fuera realidad, si la brutalidad y la violencia se impusieran sobre la paz y la libertad de los españoles, éstos serían condenados a un mayor empobrecimiento, a más graves divisiones sangrientas, renacería el espíritu de la guerra civil, aumentaría el paro, se quebraría la economía, España volvería al aislamiento internacional y una nueva historia de pudrición e infamia, una nueva larga noche sin estrellas para ser auscultadas por los arúspices reinaría entre nosotros. Por eso, hasta que Urano no salga de Sagitario, los españoles, con o sin motivo, no descansarán tranquilos.
(*) Unión Militar Española.
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