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El presidente norteamericano no acepta la dimisión de David Stockman

Los norteamericanos todavía no se han recuperado del estupor que causaron las declaraciones del dinámico David Stockinan, director del Presupuesto en la Administración Reagan, cuando dijo, en términos globales, que no creía demasiado en él. "Nadie entiende las cifras del programa", afirmó Stockman a la revista The Atlantic. Valoró la reducción de impuestos como el "caballo de Troya" de los ricos para aguantar la crisis económica. Criticó el fuerte incremento del presupuesto en lo militar, único que escapa a los recortes del gasto público. Mostró sus dudas, incluso, en la teoría económica a la moda en EE UU de "estimular la oferta", doctrina capital del programa económico de la Administración republicana.El temporal levantado por Stockman, que se disculpó- públicamente por tan desafortunadas declaraciones, levanta voces en el Congreso pidiendo la dimisión del director del Presupuesto. Dimisión que el propio Stockinan ofreció al presidente Reagán, pero que fue rechazada a pesar de "la gravedad y el descontento" con que Reagan reaccionó a lo que se callfica aquí como "bomba Stockman" para el presidente.

Comparaciones odiosas

¿Por qué el presidente no cesó a Stockinan? Probablemente por la sencilla razón que con el cese confirmaría, al más alto nivel, que las teorías económicas presentadas y votadas por el Congreso son menos "científicas" de lo inicialmente dicho, sin que lleguen a la gravedad de un bluf.Aunque las comparaciones no vienen a cuento, lo que ha suscitado Stockman para los norteamericanos es como si, en Madrid, Rupérez declarara de pronto que el ingreso de España en la OTAN "no lo entiende nadie" en el Gobierno y se desconocen las consecuencias del "caballo de Troya" que puede ser España.

Ante una opinión pública hipersensibilizada en Estados Unidos por el deterioro de la economía, el presidente Reagan ha vendido optimismo ante el Congreso y la televisión, dando muestras de fe en los valores de su plan económico. Plan de reducción del crecimiento del gasto público, para controlar el déficit presupuestario, al tiempo que reducía los impuestos directos de los norteamericanos e incrementaba considerablemente el presupuesto de Defensa. Un plan que los inversores de Wall Street siempre han comentado en términos muy cautos y críticos.

David Stockman, de 35 años de edad, ha sido la estrella de la Administración Reagan, por su capacidad de trabajo, con jornadas de hasta diecisiséis horas todos los días, en el momento de definir, orquestar y presentar a la opinión pública y al Congreso, con brillantez, la estrategia que debe reactivar la economía estadounidense.

Resulta inexplicable para todo el mundo que Stockman, nueve meses después de trabajar febrilmente en el tema, concluya con unas declaraciones tan drásticas y sin ningún matiz sobre lo poco que cree en el plan. Aunque Stockman ha sido confirmado en el puesto por Reagan, pocos son en Washington los que auguran una carrera política larga de Stockinan en la actual Administración. Los comentaristas son unánimes al valorar el affaire Stockman como el más grave para Reagan desde su llegada a la Casa Blanca.

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