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Firmada la paz de Huéscar

La guerra "más larga y más incruenta de la historia contemporánea", que había sido unilateralmente declarada por el cabildo de Huéscar al reino de Dinamarca el 11 de noviembre de 1809, en plena invasión napoleónica de España, concluyó el miércoles con la celebración de un distendido y simpático pleno del Ayuntamiento de la localidad andaluza, situada en el extremo norte de la provincia de Granada, al pie de la sierra de La Sagra.

La paz, que ponía fin a 172 años de simbólicas hostilidades, de las que nunca tuvieron constancia en el pequeño Estado escandinavo, fue sellada y rubricada por el embajador danés en Madrid, Mogens Wandel-Petersen, y el alcalde oscense, José Pablo Serrano, en presencia de las primeras autoridades civiles y militares granadinas."Afortunadamente, siempre habrá una paz que declarar, una copa con que brindar y unos amigos a quienes abrazar", rezaba una leyenda reproducida en el programa de actos de la que fue bautizada como Fiesta de la Amistad, que no pocas personas piensan ya institucionalizar todos los años en Huéscar.

Varios centenares de súbditos daneses desplazados para la fiesta desde la Costa del Sol, donde la colonia nórdica es bastante numerosa, se mezclaron desde las primeras horas de la mañana del miércoles con los endomingados habitantes de la población granadina, cuyos balcones y fachadas habían amanecido engalanados de colchas de colores, sus calles repletas de banderas de España y Dinamarca -salpicadas por algunas, muy pocas, andaluzas- y un buen número de jóvenes y niños de ambos sexos vestidos con el bello traje típico de la comarca.

Por su parte, la expedición danesa, que se había atrevido a entrar en Huéscar a pesar de los letreros colocados en todas las carreteras de acceso a la población ("Ojo si usted es danés, recuerde que entra en terreno enemigo. Si decide pasar, aténgase a las consecuencias", se advertía, en su idioma, a los visitantes nórdicos), contaba entre sus integrantes con varias decenas de personas de todas las edades ataviadas a la usanza vikinga, armadas con cascos de cuernos, espadas de madera y escudos en los que figuraba la inscripción Dansk Spansk Samvirke (Amistad Hispano-Danesa).

Con la plaza mayor abarrotada por varios miles de personas, y el salón principal del Ayuntamiento desbordado por la presencia de numerosos periodistas españoles y extranjeros -entre ellos, enviados de varias cadenas de televisión europeas y americanas-, el alalde de Huéscar dio lectura al bando que se proponía a la aprobación de la Corporación municipal. "En su virtud", dijo José Pablo Serrano, este Ayuntamiento pleno acuerda por unanimidad manifestar públicamente al embajador del reino de Dinamarca el respeto y el afecto que siente hacia su país, celebrando que, con ocasión de aquella guerra declarada y no ejercida, ni los daneses ni los oscenses hayan tenido jamás nada que lamentar".

Con ironía y buen humor, el embajador danés declaró que, al conocer la ratificación provisional del estado de guerra hecha por el Ayuntamiento de Huéscar el pasado 7 de julio, puso inmediatamente a trabajar a sus espías y llegó a la conclusión de que "la movilización de las tropas no era tan inminente".

Tras la firma protocolaria de la paz en el libro de actas, Wandel Petersen regaló a la Corporación un dannebrog, nombre tradicional con que,en su país se denomina la bandera nacional, que es la más antigua del mundo. Los vikingos que custodiaban la puerta del Ayuntamiento, espada en ristre, ondearon sus armas y escudos.

Con la inauguración de una calle dedicada a Dinamarca, en recuerdo del simbólico acto, entre maceros, banda de música y guardias a caballo en traje de gala, el programa oficial dio paso a la más sentida manifestación de hospitalidad por parte del pueblo de Huéscar, y obsequió a los visitantes con dos grandes tinajas de vino de la paz y un típico almuerzo.

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