El capitán general de Madrid se reafirma como testigo de excepción del papel constitucional del Rey durante el 23-F
El capitán general de Madrid, teniente general Guillermo Quintana Lacaci, afirmó rotundamente el domingo en Zaragoza, ante los principales mandos de la División Acorazada Brunete número 1, que era «testigo de excepción» del papel constitucional desempeñado por el Rey en los sucesos del pasado 23 de febrero y se mostró en contra de aquellas voces que tratan de manchar la imagen de don Juan Carlos, implicándole en el fallido golpe de Estado, acción que calificó de «desagradable para todos, para España y para el Ejército». Quintana recordó que la Constitución española había sido votada por el pueblo y que era misión de las Fuerzas Armadas defenderla «desde el primer al último artículo».
La alocución del capitán general de Madrid fue pronunciada al término de un almuerzo de campaña celebrado en el campo de tiro y maniobras de San Gregorio (Zaragoza), adonde había viajado desde Madrid para inspeccionar unos ejercicios militares que, bajo el nombre de Operación Coraza 81, vienen realizando en los últimos días parte de las unidades que integran la División Acorazada Brunete número 1, con base en la capital de España. Al almuerzo asistieron los principales mandos y el estado mayor de la Brunete, una amplia representación de jefes, oficiales y suboficiales de la misma, y un numeroso grupo de periodistas que habían seguido las incidencias de las maniobras, invitados por el Cuartel General del Ejército.Quintana inició sus palabras diciendo que a veces se presenta al Ejército ante la opinión pública como un colectivo especial, hecho este que, a su juicio, deforma la realidad. «Nosotros somos de la misma procedencia que ustedes», manifestó dirigiéndose a los periodistas. «Nos diferenciamos en que ustedes visten de paisano por su profesión, y nosotros de uniforme, por la nuestra. Somos de la misma procedencia. Procedemos del pueblo, de una clase media normal...».
Calumnias contra Gabeiras
Posteriormente, el capitán general de Madrid pidió objetividad informativa y se detuvo en concreto en el caso de un periódico de la capital de España, cuyo nombre omitió (se refería a El Alcázar), «que se metía, diciendo una cosa que no era verdad, una calumnia contra nuestro jefe de Estado Mayor, teniente general José Gabeiras, la cual, como es nuestro jefe, no nos sienta nada bien a todos los que componemos el Ejército».
«Digo decir la verdad», continuó el teniente general Quintana, ya para referirse al fallido golpe de Estado, «porque, por ejemplo, en febrero hemos tenido unos hechos desagradables para todos, para España y para nosotros mismos en nuestra profesión. Muchos medios de comunicación han querido implicar a su majestad el Rey. En esto, señores, soy testigo de excepción: «Pocos instantes después de ser asaltado el Congreso recibí, por teléfono, la comunicación directa de su majestad el rey Juan Carlos, preguntándome cómo andaban las cosas y si tenía a la gente en la mano. Le dije que sí y me respondió que tuviera a la gente en los cuarteles».
El teniente general Quintana fue más preciso a la hora de dejar claro el papel constitucional de don Juan Carlos para abortar los intentos involucionistas del teniente coronel Tejero, y manifestó de forma rotunda y acentuada lo siguiente: «Señores, si a mí mi Rey, mi capitán general de los Ejércitos, me dice aquel día que salga a la calle, yo, en la posición de firme, hubiera salido a la calle».
A continuación, el capitán general de Madrid se refirió a la Constitución, a la que citó en varias ocasiones como guía permanente de los españoles, señalando que el Ejército la aceptaba plenamente, «porque ha sido aprobada por el pueblo». Quintana hizo mención a los artículos 2 y 8 de este texto, significando lo importante que es para el Ejército el concepto patria y recordando el significado del orden constitucional, tal como lo menciona el último epígrafe antes citado. En este sentido, subrayó que el orden institucional, cuya garantía y salvaguardia es misión de las Fuerzas Armadas, está plenamente recogido en el texto constitucional, «desde el primer artículo al último». En los últimos momentos de su alocución, que terminó con vivas al Rey, a España, al Ejército y a la División Acorazada, el máximo responsable de la I Región Militar, que controla a una cuarta parte de las unidades que componen el conjunto del Ejército español, se refirió a la disociación existente entre el ciudadano civil y el militar, resaltando las diferencias económicas entre uno y otro. Como ejemplo, «y no me quejo», indicó, «quiero resaltar que yo, como capitán general de Madrid, en la cúspide de mi carrera, cobro un sueldo de 167.000 pesetas mensuales».
La diferencia de ingresos de los militares con respecto al resto de los ciudadanos es, a juicio de Quintana, una de las causas que fomentan la disociación entre ambos sectores de la sociedad, ya que ello produce un cierto desequilibrio ante el poder adquisitivo, hecho que, sin embargo, confirma por otra parte, según lo expresado que «los militares son llevados por su vocación castrense y no por su afán económico».
La Brunete, al servicio del Rey
Previamente a la intervención del capitán general de Madrid había tomado la palabra el general de división Francisco Carbonell, actual jefe de la División Acorazada Brunete número 1. El general Carbonell, que, junto con su estado mayor y el general de brigada Fernando Bendala, jefe de Artillería de esta importante unidad, habían convivido con los periodistas durante dos días en el seguimiento del ejercicio militar, manifestó que «la división acorazada es un gran unidad del Ejército al servicio de su majestad el Rey y de nuestra patria, España».
El jefe de la Brunete y su estado mayor recibieron a los periodistas el sábado en el puesto de mando del campo de San Gregorio, produciéndose numerosos contactos a lo largo de las horas en que se desarrollaron las maniobras. Los periodistas pernoctaron en tiendas de campana, comieron el rancho del día y recorrieron todo el campo de operaciones, de 4.000 hectáreas.
En el recorrido, los diferentes responsables militares fueron explicando el cometido de las distintas unidades que intervienen en estos ejercicios: desde la Agrupación Logística Divisionaria 1, que incluye servicios de sanidad, duchas, panificadoras, suministros y cocina, hasta los destacamentos de artillería de campaña, pasando por unidades de carros (AMX-30) y transportes oruga acorazados (TOA).
En la Operación Coraza 81, cuyo término está previsto para el día 12 del presente mes, participan un total de 4.000 hombres y mil vehículos, que representan el 60% de los efectivos de la división acorazada.
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