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Demasiadas incógnitas para las pobres bolsas

La pasada semana resultó un nuevo ejemplo de la indecisión en que el complicado clima político actual de] país tiene sumidos a los inversores.Tras unos primeros compases titubeantes en la sesión del martes, donde en cualquier caso pudo detectarse con claridad que el mercado apuntaba a la baja, se pasó, en las dos sesiones posteriores, a un ambiente muy deprimido, donde se desataron los nervios y aparecieron partidas vendedoras hasta de donde probablemente no las había.En las sesiones de cierre semanal la oferta se retiró de forma casi tan espectacular como había aparecido, dando entrada a unos repuntes de demanda, casi siempre de carácter técnico, pero que al ser sometidos a una sabia administración por parte de los especialistas dieron un juego desproporcionado en relación con su importancia real y generaron unas subidas bastante estrepitosas.

Sin embargo, no sería razonable echarle todas las culpas de los males de la bolsa a las difíciles circunstancias políticas por las que atravesamos. Desde principios del pasado verano el mercado apuntaba condiciones para ser sometido a una importante pugna como consecuencia de los fuertes incrementos en los precios de casi todos los valores, que había acumulado en los primeros meses del año.

Estas realizaciones técnicas fueron entonces contenidas ante la evidencia de que los principales inversores institucionales no estaban por materializar las plusvalías y, ante este hecho, buena parte de los inversores decidieron aguantar sus posturas y continuar sumando nuevos avances en los precios de las acciones que tenían en sus carteras.

Esta descripción es válida hasta los primeros compases del mes de setiembre, donde va comienzan a detectarse ventas considerables de grupos importantes, tanto nacionales como extranjeros. No obstante, mediaba la conmemoración del 150 aniversario de la fundación de la Bolsa de Madrid, y medios extraños a la propia dinámica del mercado se encargaron de impedir un derrumbe como el que se anunciaba.

A partir de aquí, y hasta mediados del mes de octubre, las cosas en las bolsas respondieron a la lógica de los hechos. Sin embargo, otro tipo de circunstancias vinieron a incidir a partir de esas fechas en el comportamiento de las bolsas españolas. El descuelgue de la CEOE de la negociación del ANE, los primeros rumores sobre las disensiones dentro del partido gubernamental, el comienzo de la colocación de los 60.000 millones de pesetas de deuda pública, la presentación del proyecto de ley de los Presupuestos del Estado, y un largo etcétera, compusieron un variopinto mosaico que contribuyó a que los mas importantes inversores decidiesen que había que vender como fuera, realizar las plusvalías y colocarse en liquidez en espera de los acontecimientos.

Así han dado todo tipo de actuaciones contradictorias con bajas indiscriminadas, que ni tan siquiera el anuncio de Iberduero del pago de su dividendo, ni el que Hidrola pagará las dos derramas correspondientes al ejercicio juntas, en los primeros días del próximo año, han sido capaces de frenar. La suma de condiciones técnicas y políticas han llevado a los mercados a unas situaciones especialmente incómodas.

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