Los profesionales insisten en calificar la arquitectura como "patrimonio colectivo" y "bien social"
El Congreso Nacional de Arquitectos, clausurado ayer en Granada por el presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, ha rendido homenaje al catalán residente en Estados Unidos Josep Lluís Sert, a quien le fue impuesta la primera medalla de oro concedida por el Consejo Superior de Arquitectos de España, de manos de su presidente, Javier Marquet.
Josep Lluís Sert, que nació en Barcelona en el mes de julio de 1902, fue alumno de Le Corbusier, con quien trabajó en París a partir de 1929. Tras la declaración de la guerra civil, Sert proyectó el pabellón español de la Exposición Internacional de París, donde en 1937 se expuso por primera vez el Guernica, de Picasso. Al terminar la guerra marchó al exilio y se instaló en Estados Unidos, donde fue director de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Harvard.
Los ochocientos arquitectos que participan en la reunión han estudiado hasta el momento todas las ponencias y comunicaciones relativas a los dos primeros temas de debate -La función social del arquitecto y Formación y competencia-, cada uno de los cuales había sido dividido en tres diferentes mesas de trabajo.
La calificación de la arquitectura como patrimonio colectivo y como bien social fue acordada por los componentes de la primera mesa, que debatieron la ponencia sobre El arquitecto en la sociedad. En este punto se llegó a la conclusión de que la experiencia arquitectónica trasciende a toda la sociedad y, por consiguiente, es necesaria la participación activa de ésta en el hecho arquitectónico, así como una estrecha colaboración de la misma con los poderes públicos. Se insistió, asimismo, en la necesidad de que el colectivo profesional vele por los valores de la arquitectura aun en los casos en que éstos puedan entrar en contradicción con los intereses particulares de algún miembro del colectivo.
Otro punto tratado fue el de la función del arquitecto, conviniéndose en que éste debe defender la calidad de la obra para servir, ante todo, a la profesión y al cliente. En este sentido se señaló, igualmente, que el arquitecto debe ser el único competente en el hecho arquitectónico, así como tener independencia de criterio y de decisión sobre las cuestiones referentes a sus propios campos de conocimiento.
Respecto a la poriencia sobre Ambitos de incidencia de la profesión, que fue debatida por la mesa tercera, sus componentes plantearon la ciudad y el entorno habitado como elementos básicos de la actividad profesional del arquitecto, e insistieron en la necesidad de no confundir la ciencia urbana con grandes proyectos sobre el papel que nunca se llegan a realizar. «El arquitecto es quien reúne las mejores condiciones para realizar el urbanismo», concluyeron.
Respuesta al ciudadano
«El arquitecto debe aportar las respuestas que el ciudadano demanda sobre el entorno urbanístico», afirmó, por su parte, el arquitecto y dibujante de EL PAIS José María Pérez, Peridis, que el martes pronunció una conferencia ante el pleno de los congresistas sobre el tema El arquitecto y la sociedad.«La televisión enseña unas imágenes falsas sobre lo que es la ciudad a todos aquellos que habitan en medios rurales», dijo durante su intervención. «La magia de la pequeña pantalla», añadió, «emite un mensaje de las ciudades que no tiene concordancia con la realidad y que invita al hombre del campo a emigrar a las ciudades».
En la actualidad se viven tiempos de cambio y, según el popular humorista, el hombre se ha remitido a lo físico y a lo tecnológico como ideal de seguridad y felicidad, por lo que los arquitectos deben sentirse obligados a crear una arquitectura adaptada a los hombres y sus necesidades. «La ciudad, para el que la habita», concluyó Peridis, que terminó con una cita del poeta César Vallejo, recordando el drama del hombre al abandonar la casa y el entorno en el que vive para darse cuenta de que la imagen mítica imaginada sobre la ciudad resulta ser absolutamente falsa.
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