Mubarak hereda una delicada situación económica
ENVIADO ESPECIAL Hosni Mubarak, nuevo presidente de Egipto, heréda de su predecesor, Anuar el Sadat, muerto en atentado hace dos semanas, una situación económica deteriorada, que se caracteriza por un fuerte aumento de la población, que la agricultura nacional no está, y cada vez menos, en condiciones de alimentar.
Un 60% de los productos alimenticios consumidos en el país tiene que ser importado.
Egipto no es el país grande, cuya superficie duplica la de España, que se imaginan los turistas. El Egipto útil, el valle del Nilo, tiene tan sólo una extensión de 38.000 kilómetros cuadrados, equivalente, aproximadamente, a la superficie de Extremadura. Pero en ese 4% del territorio nacional se concentra el 95% de la población, unos 44 millones de personas.
En esa franja verde, que cruza el país del Sur al Norte y divide en dos al desierto, la densidad de ha bitantes por kilómetro cuadrado supera los mil, duplicando con creces la del país más densamente poblado de Europa, Holanda. El ritmo de crecimiento demográfico anual es uno de los más altos del mundo, con un 2,9%, y se prevé que Egipto, que tan sólo tenía veintidós millones de ciudadanos en 1952, rebasar á los 75 en el año 2000. Cada diez meses hay un millón de egipcios más.
Este rápido aumento de la población plantea a la agricultura un desafío al que Sadat no fue capaz de hacer frente, a pesar de que, en mayo de 1980, expresó su intención de dedicar "el 95% de su tiempo a la resolución de las cuestiones económicas".
Sin duda, desde el acceso al poder, en 1952, de los "oficiales libres" capitaneados por Gamal Abdel Nasser, unas 140.000 hectáreas han sido conquistadas sobre el desierto, pero otras tantas han sido "robadas" a los cultivos por la urbanización. Cada mes, 100.000 egipcios más engrosan la población de las ciudades. El Cairo ronda ahora los doce millones de habitantes.
La ambiciosa "revolución verde", iniciada en enero de 1979, espera ganar en veinte años 1.200.000 hectáreas sobre el desierto, al ritmo anual de 63.000 hectáreas. Pero nada permite asegurar que se estén cumpliendo sus pautas. Hasta entonces, Egipto gastará al año 288.000 millones de pesetas para financiar la importación de productos agrícolas y 192.000 millones para seguir subvencionando los alimentos básicos.
En 1977, cuando el Gobierno decidió suprimir las subvenciones que abarataban artificialmente el precio de los alimentos corrientes, se produjeron violentos disturbios en Egipto. La mayoría de los egipcios, cuya renta per cápita no alcanza las cien pesetas diarias (36.220 anuales) no podría comprar huevos o leche si est os productos no estuviesen subvencíonados.
El sueldo de un obrero gira en torno a las treinta libras al mes (3.600 pesetas), con las que sólo puede adquirir seis kilos de carne o alquilar una vivienda de dos ha bitaciones. La inflación, un 20,6% en 1980 y probablemente más este año, contribuye a mermar el poder adquisitivo de los asalariados.
El envío a Egipto de parte de los ingresos de los dos millones largos de emigrantes egipciosen los países petróliferos -unos 246.000 millones de pesetas en 1980- contribuye a aliviar la situación de numerosas familias, al tiempo que convierte en excedentaria la balanza de pagos del país. Un informe elaborado por una. agregaduría comercial de una embajada europea señala que uno de cada cuatro egipcios vive de los giros de sus familiares en el extranjero.
La ayuda a fondo perdido y los préstamos del exterior explican también el excedente de la balanza de pagos. A, demás de la ayuda discreta de varios países del Golfo -incluida Arabia Saudí-, difícil de calcular porque carece de publicidad, Estados Unidos, Europa y Japón financiaron en 1980 varios proyectos por valor de 190.000 millones de pesetas.
Pero además de incrementar la deuda exterior pública, que asciende ahora a 1.900 millones de pesetas (30% del producto interior bruto), gran parte de la ayuda es despilfarrada por una Administración arcaica y caótica que no está en grado de "digerirla", opinan vairtos norteamericanos.
Una encuesta oficial, reciente publicada por la Prensa, afirmaba que tres de cada cuatro horas trabajadas en, la Administración gubernamental pueden darse por perdidas.
Ingresos petroleros
Más aún que las remesas de los emigrantes, la exportación del petróleo del golfo de Suez y del Sinaí constituye ahora la primera fuente de ingresos del país, con 255.000 millones de pesetas.
El descubrimiento, anunciado en enero por el ministro de Petóleo, Ahmeh Hilal, de catorce nuevos yacimientos ha incrementado reservas basta 3.000 millones de barriles. La producción de petróleo que se situó en 33 millones de toneládas en 1980, debería alcanzar los ciopuenta millones en 1983.
Pero si Kuwait, con sólo un millón de habitantes, cuenta con reservas petrolíferas Iasta el año 2080, Egipito con más de 45 millones, sólo dispone de petróleo, al actual ritmo de producción, hasta 1993.
Junto con el petróleo, otras dos fuentes de ingresos en pleno auge son el turismo (53.000 millones de pesetas) y el pago de los derechos de navegación por el canal de Suez (71.000 millones de pesetas).
El progresivo abandono por la economía egipcia del modelo socialista de Nasser, paternalista y proteccionista, por una opción liberal, y el rápido incremento de los ingresos petrolíferos, turísticos y de las remesas de los emigrantes, ha permitido a Egipto alcanzar estos últimos años tasas de crecimiento económico de un 8% o un 9%.
Pero si el crecimiento económico ha podidoábsorber parte de los casi 400.000 jóvenes que engrosan anualmente el mercado del trabajo, también ha ahondado las diferencias sociales entre los que se han beneficiado del embrión de prosperidad y la mayoría de la población, asegura la oposición de izquierdas.
Además, la política de "puerta abierta" a las inversiones extranjeras, iniciada en 1974 mediante la promulgación,de la famosa ley 43, no ha dado los resultados esperados. El boicoteo árabe decretado contra Sadat en 1979, tras la firma del acuerdo de Camp David, ha disuadido a muchos inversores privados,de utilizar a Egipto como plataforma para exportar a Oriente Próximo bienes de consumo y productos industriales.
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