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Javier Tusell se muestra partidario de aceptar la dimisión del director del Museo del Prado

José Manuel Pita Andrade denuncia la escasa ayuda económica y la excesiva burocratización

El director general de Bellas Artes, Javier Tusell, ha declarado a EL PAIS que es partidario de aceptar la dimisión de José Manuel Pita Andrade como director del Museo del Prado, dadas las diferencias de criterio que mantienen el Ministerio de Cultura y la dirección del Prado en cuanto a la gestión de dicho museo. Aunque la decisión final sobre este tema la tiene que tomar el ministro de Cultura, a quien iba dirigida la carta de dimisión, parece seguro que tal dimisión será aceptada.

José Manuel Pita Andrade, por su parte, reafirmó ayer las causas de su dimisión (véase EL PAIS de ayer). Además de los motivos inmediatos de la subida de la entrada al Museo del Prado y la marginación de las autoridades del museo en el proceso de instalación del Guernica, José Manuel Pita Andrade señaló a este periódico que existían otras causas remotas, como la falta de autonomía del Real Patronato, los presupuestos ridículos, la burocratización excesiva y la falta de apoyo en general al taller de restauración y a otras actividades culturales, de investigación y de publicaciones.El director general de Bellas Artes cree que la dimisión de Pita Andrade obedece a discrepancias en cuanto al modo de gestión del museo. Tras manifestar su aprecio personal por el hasta ahora director del Museo del Prado, Javier Tusell dijo que esperaba «poder proponer al ministro de Cultura la persona o personas que puedan hacerse cargo de la dirección del museo en las condiciones no sólo de altura científica, sino también de dedicación exclusiva, absolutamente necesaria, y eficacía en la gestión que requiere tan importante puesto».

«Sin duda, el Museo del Prado», dijo Javier Tusell, «puede ser mejorado en muchísimos aspectos pero es cierto que se ha avanzado bastante en los últimos tiempos.

«Me voy reconociendo que en algunas ocasiones he encontrado comprensión a los problemas del museo por parte de algún ministro y directores generales, pero no estoy dispuesto a seguir en esta lucha estéril contra la burocracia de la Administración, que he mantenido durante tres años, en un tema cultural de la importancia del Museo del Prado. Y no voy en contra de nadie, sino contra un hecho objetivo. Lo que me interesa es el Museo del Prado, no soy un político, soy un profesional, y quizá por eso me voy un poco frustrado».

Según José Manuel Pita Andrade, las razones de fondo, las causas remotas de su dimisión, pasan en primer lugar por la falta de autonomía de que goza el Real Patronato del Museo, incorporado directamente a la Administración del Estado. «El Museo del Prado es un museo excepcional. Tiene unos problemas que no pueden resolverse con las mismas medidas que el resto de los museos; por eso debe considerarse como algo especial. El patronato debería ser un órgano colegiado con capacidad jurídica propia y debe estar por encima de las contingencias políticas».

El actual presupuesto del Museo del Prado, veintisiete millones de pesetas con cargo a los presupuestos nacionales, es para Pita Andrade insuficiente desde cualquier punto de vista. «Los presupuestos para obras, por otra parte, se han dado con generosidad», añade, «pero hay que lamentar las demoras que se están produciendo en las obras».

Una función que el Museo del Prado no cumple como debiera, en opinión de José Manuel Pita Andrade, es la función cultural que se manifiesta en la vida cotidiana del museo, en que sea un museo vivo. Debido a los escollos económicos, estas actividades culturales están recortadas. También están recortadas o muertas por este motivo las actividades del taller de restauración, «que ha sido reducido a la nada». «Parece increíble que la Administración no haya percibido la necesidad de dotar al museo de esas plantillas de restauradores. Tenemos unos cuadros excepcionales que necesitan conservarse y restaurarse debidamente». También están abandonados, según José Manuel Pita Andrade, los estudios científicos y la investigación en general, y no sólo la de los miles de cuadros en depósito en museos municipales y otras entidades. Tampoco se ha formado un centro de estudios del Museo del Prado, como fue sugerido al principio del mandato de Pita Andrade. «Soy un pésimo burócrata», dice Pita Andrade, «y no puedo perder el tiempo en concentrar las fuerzas para salvar la constante cartera de obstáculos que se interponen con la Administración ».

En el capítulo de causas próximas de su dimisión, Pita Andrade se refiere a la subida de cien a doscientas pesetas la entrada al Museo del Prado desde los primeros días de este mes. «Los problemas económicos del museo no deben resolverse cerrando las puertas a una gran mayoría de españoles. La subida del ciento por ciento es excesiva y no se ajusta a las tarifas normales de otros museos de la categoría de el del Prado».

José Manuel Pita Andrade también denuncia la marginación de que han sido objeto la dirección y la mayor parte de los conservadores del museo en la instalación del Guernica. «Me parece bien que se haya colocado el cuadro en el Casón del Buen Retiro, pero disiento de los criterios que se han seguido en la instalación.

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