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Comparecen ante la Audiencia familiares de los primeros fallecidos por el envenenamiento de aceite

En el Juzgado número 3 de la Audiencia Nacional de Madrid prestaron declaración ayer los familiares de varias víctimas del envenenamiento por aceite tóxico, entre las que se encontraba el padre del primer fallecido, el día 1 de mayo en Madrid, el niño de ocho años JaimeVaquero. El abogado Antonio García Pablos, como representante legal de más de cuatrocientos enfermos que han presentado querella criminal por el envenenamiento, estuvo presente, junto con miembros de la Organización de Consumidores (OCU), en la tonta de declaración de los afectados por el síndrome tóxico.

«Yo ya no sé ni cómo me tengo en pie, con la mujer y los seis hijos internados en Cercedilla y tantos papeleo como he tenido que mover. El caso es que ahora me van a ingresar a mí también, porque estoy agotado y tengo fiebre todas las tardes. Pero qué le vamos a hacer, yo creo que el Gobierno tiene una responsabilidad grave en esto que nos ha pasado». Un pequeño corrillo de periodistas escuchaba una vez más el relato estremecedor del padre. de Jaime Vaquero, pensionista y habitante de Torrejón de Ardoz, con seis hijos afectados también por el síndrome tóxico, además del menor, Jaime, fallecido por el mismo motivo el día 1 del pasado mes de mayo. «Compramos el aceite a granel, una botella de cinco litros, en un mercadillo de Torrejón, corno lo hacía mi mujer desde hace por lo menos siete años, y sabía bien y no tenía ningún olor especial. El aceite costaba unas 105-pesetas el litro, tengan en cuenta que con mi sueldo y los chicos en paro, hasta que se puso a trabajar la mujer, había que comprar lo más arreglado».

"Nosotros no tenemos nada que decir"

Dos mujeres enlutadas esperan silenciosas en uno de los despachos del juzgado a ser oídas por el magistrado. «Nosotras no tenemos nada que decirle ala Prensa», comenta la mayor. Ingresadas durante varias semanas en la Ciudad Sanitaria Primero de Octubre, todavía hoy acuden diariamente a rehabilitación, porque ninguna de las dos se encuentra bien. «Menos mal que vamos en un taxi y nos lo pagan; pero, claro, el tiempo sí lo pierde una, desde Vallecas hasta el Primero de Octubre, todos los días».

El matrimonio Pelluch, que perdió una niña de cuatro años por el envenenamiento de aceite, no quiere declarar nada a propósito de las indemnizaciones que la Prensa ha mencionado. Tampoco quieren hablar de su estado de salud, de cómo se encuentran. «Psicológicamente yo estoy muy mal, estoy hundida».

Las lágrimas cortan la conversación de la mujer; la hija gemela de la fallecida, cogida de la mano de su madre, mira un poco asustada a los extraños. Hacia el mediodía abandona el juzgado la familia de una joven de veinte años, fallecida también por el síndrome tóxico, última de las representadas por Antonio García Pablos que acuden este día. El abogado comenta a los periodistas que por encima de la tragedia debe mantenerse la calma. «De setecientos envasadores de aceite de oliva con marca que existen en España, apenas una decena está en las listas de aceites tóxicos; quiero decir que tampoco hay que exagerar la alarma, aunque desde luego a mí me preocupan extraordinariamente esas matanzas que se han hecho los meses pasados por los pueblos de Castilla y León. Debiera haberse encargado el Ejército incluso de la recogida del aceite tóxico, porque a fin de cuentas es como una bomba».

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