De la sombra de Nasser, al abrazo de Camp David
El 5 de octubre de 1970, los mecanismos sucesorios puestos en marcha tras la inesperada muerte de Gamal Abdel Nasser llevaban a la Presidencia de Egipto a un hombre relativamente poco conocido, al que algunos llamaban "el coronel de acuerdo" por su docilidad al poder: Anuar el Sadat. El mismo primer ministro elegido por el nuevo presidente declaraba a la Prensa: "El Gobierno de un hombre cualquiera sustituye al de un hombre de excepción".
Sin embargo, once aiios. más tarde, Sadat era, sin duda, uno de los políticos más destacados de la escena mundial. Detestado en gran parte del mundo árabe desde sus acuerdos con Israel y elogiado con frecuencia en el mundo occidental, especialmdnte en Estados Unidos, obtuvo en 1978 el Premio Nobel de la Paz, compartido con el primer ministro israelí, Menájem Beguin.
Nacido el 25 de diciembre de 1918, hijo de un modesto campesino y de madre sudanesa, su juventud estuvo presidida por la lucha contra la dominación británica. En 1938 se diplomó en la academia militar y fue destinado a una lejana guarnición del Alto Egipto, donde conoció a Gamal Abdel Nasser, del que siempre pareció ser un fiel y leal colaborador. Sin embargo, años después de la muerte de éste, Sadat escribiría en sus Memorias que toda la vida de Nasser se había "consumido en el odio y en las cóleras".
En 1939 fue uno de los fundadores de la primera organización secreta de militares nacionalistas. Al comenzar la segunda guerra mundial, su enemistad hacia los británicos le llevó a establecer contactos con los alemanes. Detenido por espionaje, fue puesto en libertad por falta de pruebas y detenido de nuevo poco después. Consiguió evadirse y vivió en la clandestinidad durante un año, hastá la supresión de la ley marcial, en septiembre de 1945. A principios de 1946 volvió a ser detenido, acusado de participar en atentados a personalidades vinculadas a los ocupantes británicos. Indultado por el rey Faruk, se reintegró al Ejército y se incorporó al grupo de los oficiales libres, que conspiraban por destronar al monarca. La noche de la revolución, el 23 de julio de 1952, fue su voz la que anunció por radio al país la caída de la monarquía.
Desde entonces, su carrera política transcurriría a la sombra de Nasser, que, sin embargo, no parece haberle tomado demasíado en serio nunca: "Con Anuar estoy tranquilo. Su única ambición es tener un coche grande y que el Gobierno le pague la gasolina", dijo en una ocasión.
Ministro de Estado en 1954, presidente de la Asamblea Nacional en 1957, miembro del Consejo Presidencial en 1962, Sadat fue nombrado vicepresidente con derecho a sucesión en 1969, cuando nada hacía temer por la salud de Nasser.
Nombrado presidente a la muerte de éste y confirmado ampliamente por referéndum pocos días más tarde, el nuevo Rais inicia una politica de ruptura con la de su antecesor, dirigida a anular las múltiples oposiciones en el interior y caracterizada por sus inesperadas iniciativas en el plano internacional. En pocos meses hizo desaparecer de la escena política al grupo prosoviético dirigido por Alí Sabri. Poco después, en mayo de 1971, firmó un tratado de amistad con Moscú, y un año más tarde expulsó del país a 15.000 consejeros soviéticos. En 1973 fue el principal artífice de la guerra contra Israel -"hay que recuperar por la fuerza lo que fue adquirido por la fuerza"-, y en 1978, en un giro inesperado que le enajenó la amistad de casi todos los países árabes, realizó un viaje a Jerusalén, qúe sería el origen de los acuerdos de Camp David.
En mayo de 1980, el 98,96% del electorado egipcio, según da tos oficiales, aprobó la indefinida permanencia en el poder de Anuar el Sadat. Sin embargo, desde meses antes, el presidente egipcio tuvo que hacer frente a la agitación interior de los integris tas musulmanes, que en marzo de 1980 se habían manifestado contra la presencia del sha en Egipto, otra de las sorprendentes decisiones de Sadat. A principios de septiembre pasado, Sadat inició una campaña contra la secta extremista Hermanos Musulmanes con una ola de deten ciones sin precedentes desde su llegada al poder.
Paralelamente a esta agitación interior se suceden los rumores de preparativos de atentados contra Sadat. En abril de 1980, el avión que le transportaba a Estados Unidos cambió el rumbo establecido, según algunos, porque se temía que un comando, armado por Libia, esperaba el paso del avión presidencia¡.
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