Francia teme otra próxima devaluación de su moneda
La devaluación del franco francés ha sonado como una alarma de proporciones históricas en este país. Y ello, a pesar del amortiguador comunitario que supone el haber efectuado la operación en el marco del reajuste de monedas del Sistema Monetario Europeo (SME). El ministro de economía, Jacques Delors, mañana, miércoles, en el Consejo de Ministros, propondrá medidas muy rigurosas. Los dos próximos días, en su residencia campestre de Latche, en las Landas francesas, el presidente François Mitterrand se entrevistará con el canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Schmidt, y su mano a mano podría ser importante para el futuro del franco y de la política global de ambos países. Ayer, en los mercados de cambios, el dólar bajó de valor en favor del marco.
La devaluación del franco francés es del 8,5% respecto al marco alemán y al florín holandés. Esto teniendo en cuenta que la divisa gala se ha depreciado en un 3 % y las de Holanda y Alemania han revaluado un 5,5%. Respecto a las otras monedas del SME, el franco pierde tres puntos.Para medir el impacto psicológico y económico-financiero de la operación hay que situarlo en el contexto político francés procedente de las elecciones presidenciales de mayo pasado. La llegada de François Mitterrand y de los socialistas al poder, con una política económica contraria a todas las que practican los grandes países industrializados, fundada en el relanzamiento por medio del aumento del consumo y del déficit presupuestario, ha escamado a los medios económicos, a toda la oposición política y a la mayor parte de la opinión, incluida una fracción muy sustancial de la que apoya al Gobierno mitterrandista. Añádase, como referencia histórica, que desde la época del Frente Popular, en 1936, el mismo maleficio no ha dejado de pesar sobre los socialistas: «Lo único que saben hacer es gastar en poco tiempo lo que han atesorado los conservadores». Cinco meses escasos después de su acceso al poder, como ahora Mitterrand, y tras haber programado su política de grandes medidas sociales, como ahora también, el Frente tuvo que devaluar el franco en un 29,5%.
Resultado de una política del pasado
La situación francesa y el entorno internacional hoy son diferentes, pero los prejuicios y los intereses políticos perduran. No es extraño, en consecuencia, que desde el domingo por la noche la oposición liberal conservadora se desatara: «Esta devaluación es la sanción de una política», «Es una derrota». Y, paralelamente, el mitterrandismo pretende lavarse las manos: en su opinión, el tropiezo del franco es la resultante lógica «de la política del pasado». Lo cierto es que el franco, desde hace cerca de un año, de hecho había empezado a devaluarse respecto al dólar (un 24%) y respecto al marco (el 7%). En lo que va de año, la banca de Francia había gastado 80.000 millones de francos para defender su divisa en los mercados contra las tempestades especulativas que se han sucedido. Es cierto igualmente que la llegada de Mitterrand al palacio del Elíseo no favoreció, sino todo lo contrario, la salud de la divisa francesa.
Esto último es tan evidente que la devaluación no ha sorprendido a nadie. La actual estrategia económica gala, que prima la lucha contra el desempleo, sacrificando los equilibrios interiores y exteriores, contrariando así la política de rigor y antiinflacionista de sus homólogos occidentales, es la que, desde mayo último, anunciaba como inevitable la devaluación. Y esa estrategia económica es la que plantea la cuestión fundamental cara al futuro inmediato: ¿el reajuste del domingo últimos el principio de un saneamiento clurable o es el preámbulo de otra devaluación?
Restaurar la confianza
La actitud de los mercados financieros exteriores y los niovimientos de capitales a partir de ahora responderán a esa pregunta. Pero al margen de las ventajas momentáneas de la devaluación (más exportaciones, relanzamiento económico, ahorro de divisas) y de las desventajas (importaciones más caras, inversiones retrasadas), el problema de fondo para Francia consiste en restaurar una confianza, interior y exterior, que hasta ahora no ha conseguido el Gobierno con su política económica. El ministro de Finanzas, Delors, propondrá mañana medidas de rigor, que se traducirán en el bloqueo de algunos precios de servicios. congelación de ciertos gastos públicos y financiación de la Seguridad Social. El diario independiente Le Monde, que apoya sin reservas en el plano político al nuevo poder, una vez más, ayer esgrimía sus reservas económicas al anotar que «nose tratade renunciar al cambio, sino de hacer una política económica compatible con la de los países homólogos».
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