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Persiste la division del laborismo inglés tras su congreso anual

Andrés Ortega

Las tradicionales canciones de hermandad, con los líderes del brazo, en la clausura, ayer, del congreso anual del Partido Laborista, no deben llevar a engaño. Las aparentes victorias de los moderados, tampoco. El partido está profundamente dividido, pero el laborismo ha recobrado peso entre la opinión pública.

Una encuesta de la televisión comercial británica muestra que el congreso ha sido positivo. Por primera vez en muchos meses, los socialdemócratas han perdido fuerza: 29% de los posibles votos, frente al 36% para los laboristas y 30% para los conservadores.A pesar de que un nuevo diputado laborista, Dickson Mabon, se haya pasado a los socialdemócratas, las posibilidades de que Michael Foot sea el próximo primer ministro británico han aumentado considerablemente.

Los moderados han conservado como vicelíder a Denis. Healey y han recuperado el control de la ejecutiva nacional.

En el programa electoral seguirá teniendo la última palabra el gabinete fantasma, tras una segunda votación que Foot ganó por un margen muy reducido, lo que prueba que casi la mitad del congreso apoyó a Benn. Este ha ganado en los tres últimos años -dos grandes victorias: la creación de un colegio electoral para la elección del liderazgo, y la reselección forzosa de los candidatos al Parlamento. Por otra parte, ha quedado claro que Benn domina las organizaciones locales del partido y goza de una fuerza considerable entre los sindicatos.

En un mitin del grupo izquierdista Tribune, el miércoles, Benn señaló que lanzaría un nuevo grupo para unir a los. activistas locales del partido y a los militantes sindicales, y que llevaría su lucha al Parlamento, "donde no se nos oye", pues "tenemos un portavoz de Defensa que se opone a nuestra política de defensa, y un portavoz de Exteriores que se opone a nuestra política exterior".

No se puede olvidar que este congreso ha aprobado la retirada británica de la Comunidad Europea, el desarme nuclear unilateral, el concepto de una Irlanda unida, una estrategia económica socialista y proteccionista y la eventual abolición de las escuelas privadas.

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Otra parte se opuso a una política salarial; a la retirada de las tropas británicas del Ulster, y a la nacionalización sin compensación de bancos y compañías de seguros, reafirmando su vocación atlantista.

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