La ley califica de "exterminio inútil" la interrupcion del embarazo para evitar la deficiencia mental
El retraso mental de origen prenatal es sólo un pequeño porcentaje de la totalidad de los casos de retraso mental, aunque constituye una proporción sensiblemente mayor de los retrasos graves que se manifiestan en los primeros años de la infancia, según señaló Albert W. Liley en la reunión de expertos de la Conferencia Iberoamericana de Ministros de Sanidad y Bienestar Social en Madrid.
El famoso científico neozelandés expresó su discrepancia sobre los resultados del diagnóstico prenatal, cuya aplicación práctica principal conduce a la interrupción del embarazo, medida «destructiva» que «no constituye un enfoque ideal de los problemas de los impedidos».Según Albert Liley, los últimos avances registrados en el ámbito del diagnóstico prenatal han hecho abrigar a algunos la idea de que la utilización de sus técnicas puede evitar el retraso mental en general.
Este punto de vista es calificado por Liley como «simplista». Liley asegura que es posible recurrir a medidas preventivas útiles, por escasos que sean los recursos económicos y tecnológicos de que disponga un país, exigencia esta consiguiente a la utilización del diagnóstico prenatal.
«El diagnóstico de enfermedades del feto mediante el análisis del líquido amniótico nació con el propósito de perfeccionar el tratamiento de los fetos afectados por la enfermedad hemolítica Rh», señala. «En la actualidad, la técnica se ha ampliado hasta abarcar el diagnóstico de una serie de trastornos para los cuales, desgraciadamente, no existe hoy una terapia eficaz. La única finalidad a la que puede servir este método es la interrupción del embarazo».
Las consecuencias de esta técnica, denominada por el científico neozelandés como de «exterminio», no sólo no resuelven el problema, sino que en algunos casos lo acentúan.
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