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Entrevista:

El ex director de la cárcel de Zamora reconoce que la fuga de los "grapo" se produjo en circunstancias extrañas

«La fuga de cinco importantes miembros de los GRAPO de la cárcel de Zamora estuvo rodeada de unas características muy extrañas, aún no aclaradas», declaró a EL PAIS Pedro Romero, director de la citada prisión en aquellos días y destituido fulminantemente a raíz de la fuga, quien añadió que «se estaban dando unas condiciones descabelladas para mantener la seguridad en el citado recinto penitenciario», Por otra parte, fuentes policiales de toda solvencia aseguraron a este periódico que una policía, que se hacía pasar por familiar de un interno, visitaba frecuentemente en la prisión al grapo Santiago Veiga Tobía, quien, el 28 de octubre de 1980, diez meses después de la fuga, salió en libertad de la prisión.

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El 17 de octubre de 1979, Pedro Romero iniciaba su primer día como director de la cárcel de Zamora, después de haber desempeñado la dirección en la prisión de Basauri, centro donde se mantenía un régimen penitenciario bastante rígido, debido, especialmente, al internamiento de numerosos miembros de ETA. Pedro Romero, durante los 49 días que se mantuvo como director en Zamora, observó «movimientos muy extraños» en el centro y «un especial y privilegiado trato a los grapo, algo inaudito en un centro que debía ser de máxima seguridad», según manifesto él mismo a este periódico.Dos meses después de la entrada del nuevo director, el 17 de diciembre de 1979, se fugaban del penal cinco de los más importantes miembros de la organización terrorista. Los fugados fueron Enrique Cerdán Calixto, Abelardo Collazo Araújo, Fernando Hierro Chomón (implicados en los secuestros de Oriol y Villaescusa), Francisco Brotons Beneyto y Juan Martín Luna (estos dos últimos, acusados del asesinato del capitán Herguedas).

Durante varios meses anteriores al día de la fuga, una policía, cuya identidad se desconoce, mantuvo frecuentes contactos con Santiago Veiga Tobía, uno de los 83 grapo que se encontraban en aquellos días en la prisión. El motivo de estas visitas no ha podido ser verificado; pero, según pudo saber EL PAIS de fuentes policiales de toda solvencia, a través de estos contactos se intentaba recoger la máxima información de los movimientos de los grapo. Algunos meses después de la fuga comenzó a tramitarse la libertad de Santiago Veiga.

Pregunta: ¿Cuáles eran Ias principales deficiencias que observó en el dispositivo de seguridad de la prisión?

Respuesta: Había puntos muy oscuros. La plantilla de funcionarios era mínima para un centro donde se encontraban 83 grapo, unos cien comunes y quince menores en cuarenta celdas que debían ser individuales. Los siete funcionarios que trabajaban en la prisión de Zamora, sólo tres podían dedicarse a mantener1a seguridad en el interior del centro. Los funcionarios estaban psíquicamente destrozados; existía una situación de privilegio para los miembros de los GRAPO en perjuicio de la seguridad del centro; la fuerza pública, que estuvo algún tiempo en el interior de la prisión para ayudar a los funcionarios a la hora de los recuentos, por ejemplo, fue retirada diez días antes de la fuga y concentrada en el exterior de la prisión; no disponíamos de una buena iluminación ni de megafonía, y había varias garitas de seguridad en el exterior del centro que no eran utilizadas. Bueno, la situación era descabellada.

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"Intenté acabar con los privilegios"

P. ¿Qué medidas tomó para resolver esta situación?

R. En primer lugar, intenté acabar con los privilegios que venían disfrutado los grapo, por lo que recibí decenas de amenazas de muerte, y ellos, como medida de presión, iniciaron una huelga de hambre. En concreto, corté el suministro de herramientas que, inexplicablemente, venían recibiendo desde hacía tiempo, tales como sierras de pelo, alicates, taladradoras y alambres, con la justificación de que eran «utilizadas para sus trabajos». Esta medida me costó recibir cientos de amenazas de sus familiares, de las que di cuenta a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias sin recibir ningún tipo de respuesta. Después pedí todo tipo de medios para mantener la seguridad en el centro, sobre lo que recibí la callada por respuesta, mientras los funcionarios estaban amedrentados.

P. Durante el tiempo que estuvo como director en Zamora, ¿fue realizada alguna inspección de la prisión?

R. Por supuesto. Yo pedí insistentemente las inspecciones del centro, que fueron atendidas. La inspección de servicio visitó la prisión en dos ocasiones sin encontrar indicio alguno de lo que se cocía. Después fui a Madrid para entrevistarme con Enrique Galavís, a quien manifesté mi preocupación por la falta de seguridad del centro, y le insistí en tomar las medidas oportunas, pero no se hizo nada. También me preguntó hasta dónde podían llegar las responsahilidades, puesto que la excavación del túnel utilizado para la fuga había comenzado a abrirse muchos meses antes de que yo llegase a Zamora, y ni los miembros del Cuerpo Superior de Policía ni los ingenieros de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias observaron nada extraño.

P. ¿Ha recibido alguna nueva información relacionada con el recurso que presentó contra su sanción?

R. Todavía no he recibido nada, pero el asunto sigue su curso normal. No me explico cómo el Gobierno pudo admitir que hubo negligencia en el tema de la fuga, cuando se daban estas extrañas condiciones en la prisión. El asunto no está nada claro y, de momento, no quiero entrar en más investigaciones; pero lo veo tan oscuro y a la vez tan claro... Además, a mí me fue impuesta una sanción de diez días de haber y se me ofreció, tras la destitución, la subdirección de la cárcel de Segovia, a lo que me negué. Esto también es algo extraño. También me preocupa que el actual director de Herrera de la Mancha continúe en su puesto, cuando está procesado por malos tratos, y encima se le permita realizar las declaraciones que ha hecho en Televisión y en la Prensa.

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