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LA LIDIA / SEGUNDA CORRIDA DE LA FERIA DE OTOÑO

Los detalles toreros del Macareno

Plaza de Las Ventas. 19 de septiembre. Segunda corrida de la Feria de Otoño. Cuatro toros de Viento Verde, grandes, con poder, algunos cojos y mansurrones: primero, de Infante da Camara, con casta y noble: sexto, sobrero de Prieto de la Cal, manso. José Fuentes: pinchazo y otro hondo (protestas y palmas cuando saluda). Pinchazo, estocada, descabello, aviso con retraso y dos descabellos más (silencio). Macareno: pinchazo. otro hondo, rueda de peones, descabello, aviso y otro descabello (ovación y salida a los niedios), Pinchazo, estocada delantera perpendicular y descabello (vuelta protestatad). Julio Robles: estocada baja (silencio). Estocada (bronca).La torería vuelve, y no sólo con los veteranos clásicos que permanecieron durante años retirados de los ruedos, pues también la traen estos otros que salen de un profundo bache profesional, caso del Macareno, resucitado para la fiesta en una de las corridas veraniegas de Las Ventas.

Los detalles toreros del Macareno salpicaron de brillos una corrida que cubrían de opacidad los toros mansos y las carencias artísticas de otros diestros. Somos unos cuantos los que un detalle de torería nos solaza y nos reconforta de los múltiples abatimientos que puede producir una corrida sin relieves, frente a otros cuantos para quienes lo importante es que el torero trabaje. Son dos opiniones respetables y seguramente útiles al espectáculo ambas concepciones de la lidia.

Sabíamos, sin embargo, que la ausencia de torería es la una profunda en la que se ahogaba la fiesta, y ahora que esa torería llega impensadamente, como de regalo, no parece conveniente que se la dé puerta. Por esta y otras razones, las protestas al Macareno después de su segunda faena nos parecieron, más que injustas, inoportunas.

También erró ahí el Macareno, empeñándose en dar la vuelta al ruedo. Parece que no conoce al público de Madrid. Cuando esta afición dice no, es que no, y llevarle la contraria constituye una actitud que raya en la irresponsabilidad. Macareno va a pagar cara esa vuelta al ruedo que dio a despecho de la ruidosa oposición de muchos aficionados.

Sin embargo, hay que decir de su tarde torera que alcanzó momentos artísticos excepcionales. El dibujo de la chicuelina, añadiendo gracia al recorte ceñido; la media verónica, los lances juntas las zapatillas y bajando las manos con que recibió al cuarto, fueron, con el percal, algo más que pinceladas. Y en sus faenas de muleta, la variedad, la distancia para el cite dejándose ver, la alegría que imprimió a todos los movimientos y a todas las suertes. algunos redondos de empaque, largura y gusto, también alcanzaron la categoría del toreo bueno.

Pero sobre cuanto hizo el Macareno ayer, nos quedaríamos con el pase de la firma, del que salió andando garbosamente hacia los medios, y con el derechazo, ligado en un palmo de terreno al de pecho, lo cual acabó en gañafón terrible; pero de ese peligro también escapó el diestro con gracia y torería.

Las faenas, por supuesto, no fueron redondas, pues el genio y la incierta condición de los toros impedían. Pero nadie podrá negar que el Macareno salió dispuesto a conseguirlas, estuvo valiente, apuró las posibilidades de lucimiento, todo lo cual le habrá de redimir ante quienes del toreo exigen trabajo.

Hizo además este espada un oportuno quite a la salida de un par de banderillas, porque siempre ocupó en el ruedo el lugar que le correspondía. Pero el quite de la tarde estuvo a carpo de Antonio Gil, cuando el toro que abrió plaza arrebató el engaño a José Fuentes, le hizo hilo a lo largo del diámetro del redondel y faltó poco para que lo cogiera. El capote del subalterno diluyó en sus vuelos lo que ya parecía cornada segura.

El pretendido éxito de Fuentes en otra de las corridas veraniegas no tuvo ayer confirmación, pues se empleó en desangeladas e interminables faenas, que nos sumían en los cataclismos del aburrimiento. No es ya que abusara del pico según acostumbra; es que casi no templó ni un pase. Y eso que le correspondió el mejor lote.

En contraste, para Julio Robles fue el peor. A su primer enemigo lo devolvieron al corral, nos tememos que por manso, lo cual es absolutamente antirreglamentario. Le sustituyó una mole de poder que pronto se puso a la defensiva y Robles no quiso complicarse la vida: abrevió, y a otra cosa. La otra cosa era el sobrero, precioso jabonero claro de Prieto de la Cal, manso e incierto, y asimismo le aliñó. Julio Robles ha venido de incógnito a la feria de otoño, y la lidia de todos los toros la presenció disfrazado de lagarterana.

Estos disimulos de Robles hicieron que la tarde acabara en bronca. Tampoco fue agria bronca, pues en esta plaza se le quiere. Y, además, habíamos visto detalles de arte.

Anochecía cuando la afición abandonaba el coso, dando por cierto que los exquisitos detalles del Macareno eran barruntativos de las esencias que hoy pueden derramar los toreros del arte.

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