El precio de los libros
Me refiero al artículo publicado por don Feliciano Fidalgo, desde París (EL PAIS, 25 de julio de 198 1 ), sobre el proyecto de ley del ministro francés de Cultura, Jack Lang, para volver a establecer un precio de venta del libro.Los libreros e importadores españoles conocemos, por nuestros contactos profesionales con editores y colegas, las perturbaciones que está causando en el sector galo del libro la actual libertad de precios, y nuestros compañeros me han preguntado en más de una ocasión cómo habíamos conseguido en España la publicación de las recientes disposiciones sobre el precio fijo del libro.
La experiencia en Francia de la libertad de precio hubiera podido conducir a una amenaza a la libertad de edición. La masiva venta del libro en las grandes áreas comerciales podía constituir una fuerte presión sobre los editores no sólo por la imposición de condiciones comerciales, sino también para el establecimiento de líneas editoriales basadas en criterios estrictamente económicos. Son muchos los editores franceses de pequeñas tiradas que promueven nuevos valores y publican títulos de pensamiento, ensayo, poesía, historia, arte, etcétera, persiguiendo un fin más cultural que comercial, que, de seguir con la política de libertad de precio, habrían tenido que cesar en su negocio.
El librero profesional francés que (al igual que el español) dispone de un amplio stock representativo de Importantes fondos editoriales, que tiene un índice de rotación de mercancía más lento que el requerido para la venta sólo de best sellers o libros facilones, que puede proporcionar una amplia información bibliográfica, que es capaz de dedicar varias horas para localizar un título que luego venderá en diez o quince francos, que se propone con su librería transmitir su mensaje cultural y que presta un auténtico servicio a la sociedad, sin duda alguna estará en favor de su ministro de Cultura y de la postura del Gobierno francés.
Me contaba muy recientemente uno de estos libreros que clientes que en su establecimiento despertaban gran interés por nuevos títulos aplazaban su decisión en espera de encontrar un mejor precio y que en el corretear de las calles habían perdido su interés.
La fijación del precio por los editores deja de ser arbitraria cuando éste necesita moverse con criterio de alta competitividad empresarial. El precio fijo es una garantía de la libertad del lector para elegir su librería: la de su pueblo (en la que los gastos de portes para el librero son más elevados), la de su barrio, la del supermercado de la esquina o simplemente dondemejor se le atienda.
Me consta que lejos de perjudicar a los lectores, a los autores y a los profesionales del libro, la nueva propuesta de ley del Gobierno francés no reportará más que beneficios a la cultura./
Presidente del la Asociación de Empresarios del Comercio del Libro. Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.