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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Purga en El Cairo

NADA PARECÍA amenazar el poder personal y directo del presidente Sadat en Egipto cuando, de pronto, ha realizado una operación de purga contra la oposición, de una envergadura considerable, con el balance de unas seiscientas personas detenidas, seis publicaciones clausura das y varios locales de partidos y organizaciones religiosas diversas cerrados. El pretexto ha sido el enfrentamiento religioso de algunas sectas musulmanas contra los coptos -cristianos- que ocasionaron disturbios graves; pero la represión se dirige esencialmente a personalidades y publicaciones laicas y ajenas al tema, e incluso a grupos religiosos que no han participado en los enfrentamientos. En los anales egipcios no se recuerda una operación semejante desde los tiempos de Nasser, aunque en este caso algunos de los encarcelados fueran fieles a Nasser -como el famoso periodista y consejero político Heykal-. Sadat sostiene que las luchas religiosas amenazan la unidad de la nación, y que el fanatismo interfiere cada vez más en la política. Es, en efecto, una constante en todos los países de la amplia zona, que tiene su máximo exponente en Irán, y de la que no escapan ni siquiera otras religiones -en Israel el problema de los partidos religiosos dentro del Gobierno se agudiza cada día, y el "disturbio de los rabinos" en Jerusalén, y a propósito de unas excavaciones, tiene repercusiones importantes-. Pero no se ve qué tienen que ver con todo esto figuras como la del propio Heykal; la del anciano Fuad Sereguedin que representa al nacionalismo laico; los dirigentes del laborismo; el decano del colegio de abogados y El Quadi, díputado populista; o en qué pueden estar implicadas publicaciones como El Chaab, laborista, y las otras publicaciones de distintas tendencias, que llegaban entre todas a cerca de dos millones de lectores. El denominador común de todas ellas es, simplemente, la oposición a la dictadura personal de Sadat, la resistencia a los términos de acuerdo con Israel y la denuncia de la "entrega" del país a Estados Unidos. Personas, periódicos y organizaciones llevaban muchos años manteniendo su lucha; y, sin embargo, no parece que en estos momentos estuvieran participando en ningún "gran compló" como el que denuncia Sadat. Hay que pensar que esta acción violenta, y desmedida en razón de la falta de amenazas concretas contra Sadat y el poder establecido -incluso contraproducente con respecto a la opinión pública interior y la de otros países islámicos, donde algunas de las figuras religiosas detenidas eran muy populares- es, sobre todo, una operación preventiva. Puede suponerse que Sadat va a tomar algunas medidas políticas internacionales de envergadura, quizá en conexión con su reciente visita a Estados Unidos y con la que en estos momentos realiza el primer ministro de Israel, Beguin -que va a permanecer nada menos que diez días en Washington-, y que trata de eliminar cualquier clase de oposición antes de emprenderlas. Entre los rumores que circulan por toda la zona del Oriente árabe está el aumento hasta límites máximos de la presencia militar de Estados Unidos en Israel y en Egipto, y la posibilidad de un ataque frontal a Libia realizado directamente por Egipto; el enfrentamiento con Libia podría tener, efectivamente, muchas reticencias por parte de las organizaciones religiosas extremistas y por la oposición de la izquierda. Son conjeturas.

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