"España y la OTAN"
Ya que, desgraciadamente, no es por lo visto posible convertir a la Península Ibérica en un enclave aséptico y neutral, tal cual son para su buena fortuna Austria, Suiza o Suecia, entiendo que nuestra adhesión a la OTAN ofrece dos aspectos positivos que quizá deberían ser valorados al entablar la próxima negociación. 1. Convirtiéndose en miembro de la Alianza Atlántica, España no viviría en mayor riesgo que el que se cierne sobre nuestras cabezas desde 1953, año en el que se firmaron los acuerdos con EE UU. Porque es de suponer que, desde el punto y hora en que entraron en servicio las bases militares ameri canas, los proyectiles atómicos del Pacto de Varsovia y sus fuerzas aéreas apuntan a Rota, Torrejón y Zaragoza, dispuestos a bombardear esas instalaciones de utilización conjunta en caso de que la locura se generalizara.
2. Por el contrario, entiendo que sería beneficioso para nuestros Ejércitos -aún hoy proclives en cierta proporción a inquietantes algaradas y paviazos- fundirse con los de la OTAN, cuyas Fuerzas Armadas, compuestas por profesionales de altísimo nivel técnico, viven en el credo de un invariable acatamiento al poder constituido, sin veleidades salvíficas que complementaran su específica gestión.
En resumen: si importa poco el peligro de más megatones sobre España que la Alianza Atlántica pueda traer consigo, dada la generosa ración de ellos que nos está destinada desde hace muchos años y nos sirve, por otra parte, para empezar a descrestar los Pirineos, ¡bienvenido sea usted, Mr. OTAN! / .
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