El hombre que disparó contra Reagan se declara "no culpable"
John Hinckley, el hombre que disparó contra el presidente Reagan el pasado mes de marzo, se declaró ayer "no culpable" ante un tribunal federal que le acusaba de intento de asesinato contra Reagan y otras tres personas. Con voz firme y clara, Hinckley dijo al juez Barrington Parker, en una sala de audiencias estrechamente vigilada por la policía, que no se consideraba culpable del atentado contra el mandatario norteamericano.
El juez Parker había firmado un documento, en presencia de los defensores y del ministerio fiscal, en el que se declaraba que el acusado, de veintiséis años de edad, estaba capacitado mentalmente para participar en el proceso. Hinckley "comprende los cargos de que se le acusa y está capacitado para asistir a su abogado en la preparación de su defensa", dice el documento.El abogado de Hinckley, Vincent Fuller, pidió al juez que permitiera la continuación de los exámenes psiquiátricos de su defendido por un mes más, lo que fue aceptado por el magistrado. El abogado defensor tiene de plazo hasta el próximo 28 de septiembre para notificar si intentará utilizar en su defensa el argumento de que Hinckley es un enfermo mental o padece algún tipo de anormalidad. Fuller dijo que no ha decidido todavía su estrategia.
Cadena perpetua
Ronald Reagan fue herido de gravedad en el pecho cuando salía de un hotel de Washington, el pasado 30 de marzo. John Hinckley fue detenido en el lugar de los hechos y posteriormente se le formularon cargos de intento de asesinato contra el presidente de Estados Unidos y contra las otras tres personas heridas en el atentado. Los heridos fueron James Brady, secretario de Prensa de la Casa Blanca; un agente del servicio secreto y un policía de la ciudad de Washington. La pena máxima por estas acusaciones es cadena perpetua.El juicio propiamente dicho comenzará a mediados de octubre y se estima que declararan veinte testigos del ministerio fiscal. De momento, el juez Parker debe resolver dos asuntos previos al proceso: la petición de Hinckley de ser puesto en libertad bajo fianza y su queja de que los guardianes de la cárcel donde está recluido leen sus manuscritos.
Según las leyes norteamericanas, el juez, al decretar la libertad bajo fianza sólo debe establecer las condiciones que él considere necesarias para "asegurar la comparecencia" del acusado en el juicio. La ley no le permite, por ejemplo considerar el peligro que un acusado puede suponer para individuos particulares o para la comunidad. En casos como el de Hinckley, el fiscal suele argumentar que el riesgo de que el acusado huya es tan grande que no debe concederse la libertad bajo fianza.
Por otra parte, el abogado de Hinckley dijo al juez que los guardiaes de la prisión han violado los derechos constitucionales de su defendido al leer sus manuscritos mientras registraban su celda. Según un informe gubernamental, Hinckley tomó una sobredosis de tylenol, un sustituto de la aspirina, el pasado 27 de mayo, en un aparente intento de suicidio, lo que justifica el registro de su celda.
John Hinckley se presentó ante el juez vistiendo una chaqueta azul, sin corbata y con un chaleco a prueba de balas, saludó a sus padres, que estaban sentados en la tercera fila de la sala de audiencias, y permaneció sereno durante los treinta y tres minutos que duró la sesión.
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