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LA LIDIA: LAS VENTAS

Con ganas de ser torero

Estábamos de anochecida en Las Ventas y estábamos tan a gusto, prendidos en las muchas facetas de interés que tuvo la novillada de promoción, pues se ofrecían en el ruedo los elementos básicos del espectáculo: los principiantes tenían ganas de ser toreros, y les pusieron delante unos novillos que pretendían quitárselas mediante el ejercicio a fondo de su casta y su temperamento acresivo. No hace falta más para que haya fiesta: el torero, con ilusión y el valor que se le supone; el toro, con casta y la fuerza debida.Los novillos pretendían, mas no consiguieron quitarles a los principiantes las ganas de ser toreros. Sí, en cambio, les demostraron que torear es asunto difícil cuando no se domina la técnica y además falta experiencia. Bueno, en realidad el tiempo lo arregla todo. Celestino Ibáñez y Juan Gautier, aparte otras limitaciones, necesitan tiempo. A sus companeros ya les falta menos.

Plaza de Las Ventas

29 de agosto. Novillos de Pilar Martínez, con casta y genio. Juan Carlos Arranz: pinchazo hondo. primer aviso, media delantera, segundo aviso y descabello (ovación y salida al tercio). Joaquín Alonso: estocada caída (vuelta). José Luis Seseña: cuatro pinchazos. estocada (aviso) y rueda la res (vuelta). Paco Villalta: bajonazo (oreja). Celestino Ibáñez: estocada caída (silencio). Juan Gautier: media (silencio)

Con el más violento novillo de la tarde, Juan Carlos Arranz, que tiene buen corte de torero, lució técnica y estilo en las dobladas y en varios naturales y redondos de su larguísima faena. Después, durante todo el festejo, permaneció siempre atento a la lidia y muy bien colocado. Joaquín Alonso abría excesivamente el compás, y a pesar de cuanto forzaba la postura, aguantaba con valor las embestidas y algún muletazo estimable consiguió cuajar. José Luis Seseña tuvo el mérito de crecerse ante sus propias dudas y ante las fuertes acometidas del novillo y su faena fue de menos a más, siempre dentro de la línea del toreo clásico. Paco Villalta, a quien correspondió un ejemplar nobilísímo, ligaba a la perfección los muletazos, y este es un gran mérito, precisamente porque ha sabido escapar de esa tendencia al unipase con que las figuras falsean el toreo.

Figuras, decimos, y es para echarse a llorar. El viernes, con figuras, doce orejas y un rabo y toda la monserga de picadores que salían a hacer el paripé, nos aburrimos de muerte en San Sebastián de los Reyes, mientras ayer, bueno o menos bueno, todo tenía interés en Las Ventas. Sencillamente había reses con casta y novilleros con ganas de ser toreros. Y esta es la fiesta.

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