Cogida del banderillero Antonio Briceño
Los novillos escurialenses lidiados en la segunda novillada no tenían trapío ni presencia, pero eso no quiere decir que fueran inofensivos. Un toro no lo es nunca. Y por esta circunstancia el primero cogió al banderillero Antonio Briceno cuando cuadraba espléndidamente en la cara al poner un par, no sabemos si consciente o no de que el novillo empujaba en tablas. Tanto si lo vio como si no, el caso es que salió prendido y corneado en el muslo izquierdo, donde sufre una herida de pronóstico menos grave.Los demás novillos salieron con parecido estilo, lo que quiere decir que ninguno fue bueno. El de peor juego fue el segundo, al que Juan Mora no intentó dominar en ningún instante, probablemente porque no sabía hacerlo. Muy mal ha estado Mora en su segunda actuación, pues además de no poder hacerse con su primer enemigo se dedicó a dar pases por todo, el ruedo al quinto.
Plaza de San Sebastián de los Reyes
26 de agosto. Segunda de feria. Novillos de Antonio Arribas, de escasa presencia. Sólo el cuarto tenía algo de trapío. Todos ellos mansurrones, corretones y buscando constantemente los terrenos de dentro.Fernando Galindo: silencio. Dos orejas. Juan Mora: Silencio. Oreja sin petición, que rechaza. Pepín Jiménez: palmas y ovación.
Casi todos los muletazos fueron aprovechando la querencia del bicho, que, como todos sus hermanos, buscaba constantemente el refugio de los tableros. Hubo algunos a quienes este aburrimiento les agradó y pidieron la oreja en visible minoría. Minoría no tan visible para el presidente, que la concedió de modo automático. Las protestas de la mayoría se hicieron notar y el torero arrojó el trofeo al suelo, exponiéndose a ser multado.
Galindo ha sido el que mejor impresión ha causado con un toreo mandón y templado en el cuarto, aunque con poca pureza y hondura en los muletazos. Pepín Jiménez, que salló mermado de facultades, anduvo fácil con su lote, que le venía chico, e hizo dos faenas en las que hubo de todo. Junto algún muletazo de calidad, algún que otro circular para la galería. Al lado de unos pases de frente instrumentados en el sexto novillo, otros muchos en que la muleta salía enganchada en los pitones.
Algunos le reprocharon el aparente afeitado de sus novillos pues especialmente el sexto parecía haber sido preparado para la actuación de algún rejoneador, pero esto parece que es ya el pan nuestro cotidiano en todas las plazas.
El novillero Fernando Galindo brindó su primera actuación a Ignacio Aguirre, que ocupaba una localidad de tendido bajo. Suponemos que este excelente afiÍcionado habrá observado la sospechosa condición de los pitones de los novillos que correspondieron a Pepín y se concienciado para abordar la reforma del reglamento, a la que se ha referido en recientes declaraciones.
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