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Reportaje:

La marginación infantil es el principal antecedente de los delincuentes juveniles

El 48% de la población infantil española entre los doce y los dieciséis años no mantiene con su padre relaciones positivas o de acercamiento, mientras que casi una tercera parte del mismo grupo considera que en su casa no se respeta al niño ni se le tiene en cuenta. Estos son algunos de los datos obtenidos en una encuesta realizada por el Equipo de Investigación Sociológica (EDIS) con el fin de averiguar y analizarla situación del menor en la sociedad española, sus problemas materiales y psicológicos y las posibles soluciones al respecto. Los datos y conclusiones a los que se ha llegado han sido recopilados en un volumen editado por la Dirección General de la Juventud y Promoción Sociocultural.

La inadaptación y delincuencia de los jóvenes es, en casi todos los casos, una reacción a las contradicciones de la sociedad de consumo.La sociedad de nuestros días es una constante invitación al consumo de productos que generan placer y comodidad. No todos los individuos que componen la comunidad poseen los recursos económicos precisos para acceder a esos productos. Estos individuos menos privilegiados, frustrados y resentidos se aíslan del resto de la comunidad, se sienten marginados y se saltan las normas legales o incurren en la delincuencia.

La edad juvenil es la más sensible a este problema; sus defensas psíquicas contra la invitación consumista son más débiles que las de otros grupos de edad. Su propensión a infringir las reglas es, pues, superior.

Pero el joven marginado suele tener detrás unos antecedentes familiares y educativos marcados, asimismo, por las lacras de la marginación y el postergamiento.

La familia es el primer núcleo donde el individuo aprende las normas de la comunidad.

Según el estudio de EDIS, el 16% de la población infantil consultada dice que en su casa existen malos tratos, insultos, riñas fuertes y alcoholismo; el 30% confiesa haberse fugado alguna vez de casa o haber tenido intención de fugarse, y el 39,8 % se queja de pasar menos de dos horas al día con su padre, lo que genera distanciamiento, incomprensión y soledad.

Los niños que provienen de familias marginales padecen en un porcentaje más alto las situaciones conflictivas a las que nos referimos. El padre es un obrero o empleado de sueldo escaso y baja cualificación profesional, que sufre en su persona las vejaciones de la marginación y que, al llegar al hogar, desahoga su tensión y su frustración con la mujer y los hijos, ejerciendo con ellos el papel de tirano que otros han ejercido antes con él. El niño adquiere complejos y miedos que van a marcarle en su adolescencia e incluso en su madurez y que incidirán en su inadaptación social.

Por otra parte, el padre no es capaz de dirigir el proceso de socialización del menor correctamente, de manera que éste el día de mañana pueda incorporarse a la comunidad como un miembro más, porque él mismo, el padre, rechaza, desconoce y menosprecia las normas que le obligan a ser inferior, a ser un marginado.

En un hogar económicamente bien pertrechado, los padres disponen de más tiempo para dedicar a sus hijos y se ocupan más intensamente de su educación e inserción social, les enseñan los principios y los tipos de conducta que les brindarán el triunfo como a ellos se lo han brindado, les obligan a esforzarse por una compensación material, a conseguir mediante un trabajo más o menos dificultoso todo cuanto se les antoja, a consumir, en una palabra, respetando los cauces legales.

La situación familiar se proyecta en la escuela, segundo núcleo de socialización del menor. La escuela también funciona a imagen y semejanza de la comunidad. Su misión consiste en transmitir pautas y normas de comportamiento, inculcar respeto al orden establecido y a la ideología dominante, uniformar conocimientos, valores y prácticas y legitimar las estructuras de clase preexistentes. Los escolares que llegan al aula desde un estado social medio o elevado triunfan en los estudios más que los hijos de familias conflictivas y marginales, los cuales fracasan acaban por abandonar.

El informe de EDIS señala la incidencia del ambiente familiar en la actitud del pequeño en la escuela: un 68,4% de los niños con ambiente familiar aceptable asiste con regularidad a la escuela v sólo un 4,2% falta frecuentemente. En cambio, de los niños con ambiente hogareño deteriorado, la cifra de asistencia regular a clase es de un 43,2% y la de faltas constantes, de un 14,1%.

Inadaptados oficiales

Según el director del Instituto de Ciencias del Hombre, un 2% de los españoles menores de quince años, o sea, 150.000, están recogidos en entidades benéficas y asistenciales, calificados de casos sociales. Existen en España 5 15 centros residenciales, que acogen a 47.802 niños entre cero y, catorce años, abandonados, huérfanos, con ambiente familiar anormal o sometidos a medidas tutelares por acciones delictivas o predelictivas.Según las estadísticas judiciales de 1976, de los 1.757 niños sometidos a medidas tutelares duraderas ese año, el 73,8% pertenecía a la clase baja, el 87,4% eran hijos de trabajadores asalariados y el 33% procedía de zonas suburbiales. Los delitos por los que se les aplicaron dichas medidas fueron: contra la propiedad (61,1% ), contra las personas (2,5%), contra la honestidad ( 15,9%), fugas del hogar (5,5%) y otras(15%.).

Analizada la situación de los menores bajo tutela, el equipo de investigación ha llegado a las siguientes conclusiones: la mayoría viven en chabolas y barrios obreros, con una economía familiar mala o muy mala, con relaciones de rebeldía, temor o indiferencia hacia los padres y con la idea fija de que no se les tiene nada o casi nada en cuenta dentro de la familia. En segundo lugar se advierte que son más propensos a la delincuencia los niños que las niñas, los que viven fuera del núcleo familiar que los que viven con ambos padres, los que pertenecen a bandas que los que no pertenecen. La edad predominante son los catorce años; a los doce y trece, el niño todavía está muy pegado a la familia y a la escuela; a los catorce cometen infracciones, y a los quince y dieciséis están ya internados.

En cuanto a la relación delincuencia-escuela, los protagonistas de conductas inadaptadas son los escolares que hacen novillos con frecuencia, los que tienen malas calificaciones, los que no están satisfechos con los estudios, los que se creen que los profesores les tienen manía y los que sólo saben leer y escribir. El hecho de no adaptarse a la marcha escolar normal crea en el menor una resistencia al proceso de socializacíón del sistema educativo y a las normas de vida que éste pretende imponerles.

Interrogados los menores sobre las causas que en su opinión generan la delincuencia juvenil, de 1.593 encuestados, el 22,8% respondió que el paro juvenil: el 18,9%, la estructura social, el 11,5% los problemas familiares, y el 11,3% los problernas económicos. Por su parte, los adultos consideran como causas fundamentales los problemas familiares, la rebeldía de los jóvenes y la influencia perniciosa de las amistades y los medios de comunicación.

«Nunca se solucionarán los problemas de inadaptación y delincuencia juvenil de una forma seria mientras no se transformen todas las estructuras sociales injustas que las sustentan», dice el inforrae de EDIS.

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