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El Ayuntamiento y Cemesa se disputan la explotación del puerto deportivo de Benalmádena

Mientras el Ayuntamiento y Cemesa se disputan la explotación del puerto deportivo de Benalmádena, que aún no está abierto al tráfico y amarre, los muelles despertaron el pasado lunes con la sorpresa de una invasión de 322 embarcaciones. Para el Ayuntamiento, explotar el puerto significaría engordar las saneadas arcas municipales; para Cemesa implicaría vender con mayor facilidad los apartamentos que allí construirá si no prospera una demanda interpuesta contra esta sociedad por su ex grupo financiador. El puerto, que comenzó a construirse en los primeros años de la década pasada, es, a los ojos de los vecinos de Benalmádena, un milagro que no creen.

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En el año 1976, el Gobierno Civil de Málaga nombra alcalde del Ayuntamiento de Benalmádena a Enrique Bolín Pérez-Argemí, un hombre joven inmerso en el boom turístico de las localidades vecinas, Torremolinos y Fuengirola, que decide elevar su pueblo al nivel que cree corresponderte. El joven alcalde, familiar del corresponsal en Londres del diario Abc, que se encargó del traslado del general Francos de Canarias a Casablanca en el prólogo de la guerra civil española, empezó su labor al frente del municipio acometiendo la red de alcantarillado, electricidad y pavimentación de todas las calles. En el año 1969 se le ocurre la idea de promover la construcción de un puerto deportivo. Aprovecha la idea de un plano de un futuro puerto realizado con anterioridad por la Junta Central de Puertos y auspiciado por egregios promotores de la Costa del Sol. El proyecto se frena a la espera de que el Gobierno dé luz verde a la nueva ley de Puertos Deportivos.Poco tiempo después, un empresario judío, Max Toledano, propone la apertura de una línea de over-craft entre Benalmádena y Tánger.

Durante el año 1970, la Corporación de Benalmádena está ya decidida a la creación del puerto, porque ve en ello un foco de atracción de turismo, ingresos, creación de puestos de trabajo y prestigio para Benalmádena. Se perfilan los detalles del futuro puerto y se espera la concesión al Ayuntamiento de la ejecución de las obras del puerto deportivo, de Base e Invernada de Benalmádena. El permiso llega en abril de 1972.

El Ayuntamiento procede de inmediato a sacar a público concurso la ejecución de las obras. Se presentan dos empresas, Benalmádena, SA, y Editesa, en cuyos consejos figuran prohombres de la talla del general Morejón, Gregorio Marañón Moya, Joaquín Bardavío, Max Toledano o Gerard Saint Maux, lista a la que se incorporan después Carlos Pinilla -que será presidente de Benalmádena, SA- y Nicolás Franco Pascual de Pobil.

En el pleno de la Corporación municipal para adjudicar las obras se producen discrepancias. Tres concejales mantienen que Editesa ofrece más al municipio que Benalmádena, SA, sociedad a la que se adjudica, por fin, la construcción del puerto.

Se politiza el tema, y una campaña contra la compañía adjudicataria de las obras desemboca, tras unas negociaciones, en la fusión de ambas sociedades. El nombre se mantiene: Benalmádena, SA.

Benalmádena, SA, solicita al Ayuntamiento una ampliación del proyecto de las obras del puerto -el actual-, y el alcalde, remiso al principio a conceder la solicitud, accede poco después. Pero un defecto de forma en la concesión de la ampliación provoca una denuncia ante el gobernador civil y un postexior enfrentamiento entre éste, José María Aparicio Arce y el alcalde Benalmádena. Enrique Bolín presenta su dimisión el día 4 de mayo de 1974; otras fuentes aseguran que el alcalde cesa el 2 de abril de 1974.

Por estas fechas, las obras del puerto van a ritmo lento. Se acomete la primera fase y se invierten doscientos millones de pesetas -55, según otras fuentes- de los quinientos presupuestados para toda la construcción. Benalmádena, SA, que había hecho publilcidad del puerto con el nombre de Benalmarina, tiene dificultades económicas. A finales de 1974 las obras están paralizadas.

Concurso desierto

En agosto de 1974, el Gobierno Civil de Málaga nombra un nuevo alcalde, Juan García Soto, que rescinde a Benalmádena, SA, en enero de 1978, el contrato de adjudicación de las obras por falta de ejecución. Una gestión personal de Carlos Pinilla permite el reintegro del dinero adelantado por algunos compradores de las futuras viviendas.El Ayuntamiento de Benalmádena abre un nuevo concurso de adjudicación de las obras del puerto en las condiciones fijadas con anterioridad para Benalmádena, SA, y que en esencia son la propiedad de parte de los terrenos ganados al mar en pago a los gastos de construcción del puerto. El 28 de agosto de 1978 se cierra el plazo de presentación de solicitudes. No acude ninguna sociedad. El día 3 de septiembre se declara desierto el concurso. Varios días después aparece Cemesa en el horizonte del Ayuntanuento.

Cemesa, cuyo presidente es Edmundo Alfaro, hace el 21 de octubre una propuesta oficial de construcción del puerto, para lo que deposita una fianza de 2,5 millones de pesetas. El día 25 de octubre, previo depósito de otros 2,5 millones de pesetas, el Ayuntamiento adjudica a Cemesa las obras del puerto de Benalmádena. Entre las condiciones fijadas figura la entrega del puerto por parte de Cemesa en una fecha que, tras varios aplazamientos, se cumple el próximo día 26. Cemesa, a cambio de las inversiones realizadas, no percibe ninguna cantidad en metálico, pero sí el derecho de urbanizar alrededor de 40.000 metros ganados al mar.

El 16 de febrero de 1979 finaliza el mandato de Juan García Soto en el Ayuntamiento de Benalmádena. El día 1 de abril se celebran las primeras elecciones municipales democráticas. Triunfa en ellas la candidatura independiente -seis concejales-, que encabeza el actual alcalde y ex alcalde de la localidad, Enrique Bolín.

Cemesa, a través de dos constructoras -Jean Spada y Espada Ibérica- y dos coordinadoras de obras -Ocatic y Outinord- acomete a buen ritmo las obras. La financiación la encuentra en el grupo holandés Hilders.

Cambio de nombre

Cemesa considera la posibilidad de cambiar el nombre de Puerto Deportivo de Base e Invernada de Benalmádena, por el de Puerto Príncipe, para lo cual se pide permiso a la Casa Real, que accede a ello. En enero pasado se cambia el nombre y se inicia una campaña de promoción del puerto en parte de Europa y Suramérica, en la que según fuentes de Cemesa, se invierten varios cientos de millones de pesetas.La actual Corporación, cuyo al calde ha manifestado a este diario que nunca se dio permiso a la compañía adjudicataria para cambiar el nombre del puerto en su conjunto, sino sólo para el complejo ur banístico futuro, ha decidido mantener el nombre original eliminando Base e Invernada. Ahora se llama Puerto Deportivo de Benalmádena y esta modificación correspondería a un intento de prestigiar y dar a conocer el nombre de Benalmádena por todo el mundo.

Hasta que a finales del pasado mes el grupo Hilders propició una demanda contra Cemesa y el embargo preventivo sobre los derechos de concesión administrativa otorgada a Cemesa para la construcción del puerto deportivo de Benalmádena, así como los derechos de propiedad que puedan corresponder a Cemesa sobre los terrenos ganados al mar y construcciones eventualmente existentes en dicho puerto y en su complejo inmobiliario, el cambio de nombre había sido la única fricción de Cemesa con la actual Corporación.

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