Los terrenos robados al mar, eje del negocio
El puerto deportivo de Benalmádena, un proyecto que se remonta a los primeros años de la década pasada, responde a una idea urbana en este tipo de construcciones. Es el mayor puerto deportivo en aguas abrigadas de la cuenca del Mediterráneo; la obra ha robado al mar diecisiete hectáreas; 40.000 metros cuadrados son edificables, y 28.000, vías de accesos.El puerto dispone de 973 puntos de amarre y siete metros de calado en la bocamanga. En él podrán recalar hasta barcos de cincuenta metros de eslora.
Puerto Príncipe, denominación que la empresa concesionaria de la construcción (Cemesa) ha dado a la obra, incorpora una novedad técnica que consiste en un sistema de reciclaje de aguas que permite al puerto disponer de agua renovada cada treinta días, aproximadamente, lo que evita malos olores y suciedad en los fondos de los barcos. El complejo Puerto Príncipe albergará 350 apartamentos y 15.000 metros cuadrados aptos para locales comerciales. En la actualidad se ofrece el metro cuadrado de apartamento construido a un precio de 170.000 pesetas y 210.000 pesetas el metro cuadrado de local comercial.
Otros servicios del puerto, además de los que en su día ofrezcan la iniciativa privada, son dos estaciones de carburante y 3.000 plazas de aparcamiento para coches.
La construcción, que semeja una gigantesca arpa, dista ochocientos metros en su punto más lejano de lo que en su día fue tierra firme. El muro del puerto tiene una longitud de seiscientos metros.
Benalmádena, con el puerto deportivo, se puede convertir en el centro turístico popular más importante de la Costa del Sol. Al lado de Torremolinos y a una decena de kilómetros de Málaga y otros tantos de Fuengirola, el puerto parece, a simple vista, el complemento ideal al casino de Torrequebrada y al parque de atracciones Tívoli World, por donde circulan en época de vacaciones una media diaria próxima a las 8.000 personas,
Los promotores del puerto consideran que aquél será el centro neurálgico de la zona, porque tirará de los navegantes de Málaga, Torremolinos y Fuengirola, además de los residentes en Benalmádena, una localidad que tiene 15.000 vecinos censados y alcanza los 80.000 habitantes en la temporada turística.
La ocupación de los 973 puntos de atraque del puerto, cuya inversión sobrepasa ya 2.200 millones, parece garantizada. El pasado día 17, con el puerto cerrado de forma oficial al tráfico, permanecían amarradas 322 embarcaciones. Y, según los expertos en el litoral Mediterráneo, aún se necesitan 8.000 puntos de amarre.
Para los vecinos de Benalmádena, el puerto es una bendición tras dos años de escasa demanda turística -el presente mes de agosto, según todos, es excepcional- y una aparición súbita, porque después de casi diez años de construcción les parece un milagro ver las obras casi acabadas.
El puerto, cuya explotación supone sobre el papel un gran movimiento de capital (según fuentes de Cemesa, un punto de atraque supone un millón de pesetas anual), catapultará aún más la brillante economía del municipio, que, con 120 empleados, obtiene un ingreso por habitante y año de 27.000 pesetas.
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