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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Feminismo

En primer lugar, tengo que decir que soy hombre y, por tanto, no tengo ningún interés directo en lo que se ha dado en llamar feminismo, a no ser en la lucha por la personalización, o sea, en el llegar a ser persona, tanto en el caso del hombre como en el de la mujer.No estoy de acuerdo en que de casos particulares no se pueda llegar a leyes universales; no voy a explicar el proceso, pero sí que existe un método inductivo que consiste precisamente en extraer leyes a partir de casos particulares, sujetas, por supuesto, a una continua verificación y contrastación con la realidad.

Es cierto que la mujeres una mujer concreta, pero no podemos olvidar que, tanto en el asunto que nos ocupa como en otros muchos, el individuo es la intersección, de muy diversos vectores; en este caso podrían ser: el familiar, el religioso, el ideológico, el social, el político, etcétera; en el punto en que todos se cruzan surge un individuo; pero esto no quiere decir que no haya un vector que abarque a todas las mujeres y las defina con unas características determinadas, por lo que sí se puede y se debe hablar de la mujer como colectividad

Unido a lo anterior se puede citar la alusión que la autora del artículo hace a la femineidad, admitiendo implícitamente lo que antes ha negado. Pero lo que me interesa resaltar en este punto es que aceptar lo que denominamos femineidad es aceptar la inferioridad de la mujer tal y como se concibe dicho concepto: sumisión, desinterés por la lucha, dependencia, etcétera. Aquí se puede añadir lo que la autora llama complejo de inferioridad absurdo, el cual no es tan absurdo, ya que existe una inferioridad de hecho, que habrá que superar, puesto que la inferioridad no es atributo de la mujer.

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Dice también que no se necesita lucha, pero habría que decir que el dominador, en este caso el hombre, no suelta el poder si no encuentra oposición y enfrentamiento.

Por fin me referiré a la liberación sexual; pienso que reducir la liberación de la mujer a la liberación de orden sexual es puro reduccionismo (aunque en algunos casos se dé esta reducción), puesto que la liberación de la mujer abarca otros muchos aspectos, y por supuesto también éste, aunque no sólo. Aquí la autora une la liberación sexual con el aborto, que, por supuesto, pueden ir unidos, aunque no se pueden confundir; en este punto tampoco podemos cerrar los ojos a la realidad, porque no son los que defienden la liberación de la mujer quienes implantan el aborto, puesto que ya existía, y en casos concretos posiblemente practicado o inducido por gentes enemigas de la liberación femenina; decía que no se pueden cerrar los ojos a la realidad y no ver que se han practicado, se practican y se seguirán practicando abortos, aunque no haya una aceptación legal, pero hay que afirmar que son mucho más peligrosos, puesto que no sólo se produce lo que la autora llama "crimen del aborto", referido al feto, sino que además se produce lo que se podría llamar crimen, en terminología de la autora, referido a la madre, que, en muchos7casos, pone en peligro su vida; y en este supuesto estaríamos ante dos crímenes, en términos de la autora, y que conste que personalmente no soy partidario del aborto, pero comprendo la necesidad de dar salida a situaciones personales conflictivas y difíciles./

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