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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

"Yo acuso"

Hoy, 10 de julio de 1981, compruebo que en mi casa se ha consumido aceite envenenado; tanto mi mujer como yo, durante estos últimos días, hemos padecido una bronconeumonía. Mi mujer ha estado en la cama tres días (tos irritativa, postración, náuseas, vómitos ... ). Me creo en el legítimo derecho de acusar a la actual Administración de haber contribuido a esta situación, en la que una garrafa de veneno, como tantas otras, ha podido liquidarnos, y haber pasado así a formar parte de la lista de asesinados, que ya superan los sesenta y que, de seguir así, puede que, transcurrido no demasiado tiempo y teniendo en cuenta los parámetros tiempo-número de asesinados, llegue a superar la actividad de los grupos terroristas armados, si es que ya no la ha rebasado con creces. (Es más fino matar con refino de colza.)Acuso a la oposición de la tímida respuesta que en todos los órdenes ha ofrecido al actual equipo administrativo del Estado y sin que en el caso que tratamos, como en otros muchos, haya tomado decisiones prácticas, incluso de acción judicial, contra los responsables, y del mismo modo, de su incapacidad dinámica para accionar la puesta e n marcha de la individual y colectiva legítima defensa del ciudadano contra los agresores y sus colaboradores.

Acuso a los medios de difusión de no haber sabido o querido, organizar y canalizar la autodefensa ciudadana, al menos en la parcela que le concierne: difusión informativa de la verdad. Hubiera sido, y aún sería, de gran utilidad publicar diariamente, y desde el momento de la localización del tóxico, listas de marcas de aceites venenosos, aun a expensas de haber prescindido de algún -muy serio- editorial antiterrorista. Y no estaría de más que, en este caso como en muchos otros, !e divulgaran alternativas legales de contrarréplica a la constante agresión terrorista a que nos vemos sometidos los ciudadanos de a pie: inermes, impotentes, bailando siempre en la cuerda floja de los terrores, y con el guiño tentador del ciclo cinismo-corrupción-barbarie, que se nos mete hasta en la ensalada./

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